En la terraza del restaurante Stella’s, rodeada de plantas, árboles y aves, Christopher Wallace Méndez y su equipo le sirven a la clientela un desayuno con ingredientes locales, lo cual le da un sabor auténtico al menú. El personal es del pueblo, pero la mayoría de los consumidores son extranjeros de diversas nacionalidades, que fueron atraídos a la zona por una experiencia única y característica de Monteverde: la armonía con la naturaleza.
Stella’s inició como un pequeño negocio de venta de pan, creado por la abuela de Cristopher. Ahora se ha expandido e incluye la tienda Vecinas, un establecimiento de artesanías locales y nacionales, administrado por doña Glenda Méndez Rodríguez, mamá de Christopher.
El negocio es parte de Hecho en Monteverde, un consorcio de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), gestado desde el 2020. Ese mismo año, la agrupación se unió al programa Consorcios Regionales, Empresas y Agentes Culturales (Crea-C), de la Universidad de Costa Rica (UCR), el cual impulsa este tipo de proyectos regionales. Esta colaboración ha sido fundamental para el sostenimiento del proyecto, según reconoció su coordinador, Daniel Vargas Cambronero.
La idea de un consorcio regional promueve la cooperación entre los negocios y genera un trabajo colaborativo. Además, crea experiencias educativas desde un enfoque ambiental y cultural. También potencia la marca, que engloba una serie de valores agregados a los servicios o productos, según las características del cantón.
Wallace valora mucho el trabajo en equipo del consorcio, que se basa en una economía solidaria y colaborativa. Además, concluye que, si a esto se le añade el respaldo de la UCR, esta es una fórmula en la cual todas las partes ganan.
A pesar de que el vínculo entre la UCR y el empresariado de Monteverde es reciente, esta sinergia ya ha dado importantes frutos. Cristhofer Infante Méndez, gestor del programa Crea-C, destaca cuatro ventajas: primero, la generación de un comercio integral por medio del trabajo en conjunto. Por ejemplo, las personas con un negocio de hospedaje tienen como proveedores a otros del consorcio.
Segundo, los proyectos incrementaron su visibilidad como colectivo. Tercero, las atenciones al turismo mejoran al dar servicios conjuntos. Y, por último, la unión les permite tener una identidad de grupo, lo cual va acorde con los valores locales de responsabilidad ambiental o de cadenas de valor.
Desde la Unidad de Escalamiento y Asociatividad para el Desarrollo (Crece) de la UCR, como unidad ejecutora del programa, se brindan asesorías en cuatro áreas: la formalización de los negocios y la figura consorcial; la parte técnica para mejorar el esquema de trabajo; la identidad del grupo, el diseño de la marca y la gestión de los negocios; y, por último, la ejecución presupuestaria y la parte técnica, a las cuales se les da seguimiento.
Infante agregó que ambas partes se reúnen, al menos, una vez al mes para evaluar los avances y aclarar las dudas. En los encuentros se incluye a otras áreas de la Dirección de Promoción de la Innovación y Vínculo para el Desarrollo (Diprovid) —a la cual pertenece Crea-C—, sobre todo si la investigación de la UCR se puede aplicar a los negocios del consorcio.
Desde hace décadas, Monteverde se ha posicionado como uno de los sitios de ecoturismo más apetecidos por turistas nacionales e internacionales. La preservación de los bosques de la zona ha sido vital para conseguir esta fama.
Eso lo sabe Katy VanDusen, estadounidense que llegó a Monteverde en 1980 y se enamoró de la naturaleza del lugar. Ella es la coordinadora de la Comisión hacia la Resiliencia al Cambio Climático en Monteverde (Corclima), cuyo objetivo es bajar las emisiones de carbono y adaptarse al cambio climático en la región.
Con ese cargo también forma parte del comité interinstitucional que otorga el prototipado o sello “Hecho en Monteverde”, el cual garantiza que los productos son creados bajo criterios de sostenibilidad establecidos por el consorcio y Crea-C.
La ambientalista norteamericana señala que hay temas claves para la sostenibilidad del lugar, como reducir el consumo de combustibles fósiles, conservar el agua y mejorar la disposición de los residuos.
En su experiencia como dueña de la empresa Marlene’s Trail Foods, Marlene Brenes Rojas cuenta que ese sello ha sido fundamental para que las personas identifiquen su marca, con la que produce mantequillas, bocadillos saludables y otros artículos, con el fin de que asocien esos productos con el renombre de su cantón.
Esta empresaria de Monteverde agradeció la guía que ha brindado la UCR a las mipymes por medio de Crea-C; no solo en velar por el cumplimiento de los requerimientos que solicita la Universidad a los consorcios con los que tiene un vínculo, sino también en la consolidación del consorcio y en las herramientas que Crece pone a disposición de los emprendimientos para adaptarse a los cambios que exige el mercado.
Monteverde depende de sus visitantes para su desarrollo: personas, sobre todo extranjeras, que llegan a sus cerros buscando deslumbrarse con la biodiversidad. En este tema, el consorcio también juega un papel preponderante.
Una de esas turistas es Loïse Villand, estudiante universitaria francesa que hace ahí una pasantía en ciencias agroalimentarias. Escogió Monteverde porque “combina la naturaleza con la tranquilidad” que ofrecen sus parajes.
Para Villand, la identidad impregnada en la gente y en las pymes de Monteverde es clara. Ella señaló que a sus productores les encanta explicar de forma generosa, acogedora y atenta los procesos de producción a los turistas.
La joven francesa notó que el impulso al cuido de la naturaleza en Monteverde es fundamental para el emprendimiento y el sector privado, pero que siempre va acompañado de una visión social.
Villand adujo que las empresas ofrecen un salario aceptable para tener una buena calidad de vida y comentó que tanto el ambiente como los sueldos dignos y el bienestar social caracterizan al sector privado de la zona.
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