La participación de las mujeres en la construcción de la sociedad camina en las diversas estrategias de una gran revolución que ha ido transformando la sociedad moderna. En la gran guerra contra el patriarcado —guerra que se despliega en las estrategias de sobrevivencia de las mujeres más humildes de la estructura económica y social—, las mujeres sobreviven a la violencia política, a la exclusión social y al racismo.
Las encontramos en las batallas de la solidaridad, de los épicos acontecimientos de la guerra contra los invasores de las fuerzas norteamericanas en la denominada Campaña Nacional. En esta, las mujeres como Francisca Carrasco, Bernarda Durán, Bernabela Chavarría, Mercedes Mayorga, María del Jesús Luna, Rita Gutiérrez, de las pocas que rescatan los documentos (ciudadanas no legales), se unieron a las batallas del Fuerte de San Carlos, la Batalla de Rivas, la captura de vapores, la captura del Castillo. Fueron parte de una guerra nacional con varios frentes que se organizaron para obtener apoyos económicos, ayudas a los soldados y la solidaridad ante la epidemia del cólera.
Además, las mujeres participan activamente en las manifestaciones de apoyo a las elecciones en noviembre de 1889, ellas están en las jornadas cívicas, en San José, Heredia y Cartago. Por esto, el presidente electo José Joaquín Rodríguez, en su discurso del 8 de mayo ante los diputados, les pide el voto a las mujeres, con lo cual reconoce el tiempo nuevo de la modernidad y la democracia. El 17 de julio de 1919, Ángela Acuña escribió en el periódico Fémina: “La mujer prepara poco a poco su revolución y parece adquirir fuerzas suficientes para hacerse dar una declaratoria de derechos. Las tinieblas en las que han vivido siempre se disipan y la lucha se empeña con energía”.
Las mujeres en Costa Rica supieron leer los tiempos del siglo XX, actuaron decididas contra la dictadura de los Tinoco, supieron ser valientes, críticas, dieron decencia a la oligarquía patriarcal de los políticos, acomodados en la dictadura, y —al igual que Rogelio Fernández Güell y sus compañeros— tomaron la calle, símbolo inequívoco de la democracia y la resistencia. Las mujeres tendrán que enfrentar el poder patriarcal, una y muchas veces en los siguientes años, desde 1923 que piden por primera vez los derechos políticos, con la Liga Feminista.
El “tema de la mujer” fue el tema de las feministas, de las socialistas, de las comunistas, de las profesionales, de las artistas, de las trabajadoras, de las maestras, las teósofas, de las estudiantes, de las amas de casa; a la vez que desarrolló a sus legítimos enemigos, la iglesia católica, a sectores del Partido Republicano, del Partido Social Demócrata, a periodistas, a caricaturistas, lo más rancio y estirado de la sociedad costarricenses.
Las mujeres no se doblegaron nunca, resistieron con sus participaciones en la prensa, por medio de sus artículos, en sus gestiones en las campañas pro derechos, recogieron firmas de miles de mujeres, en Guanacaste, Puntarenas, Alajuela, Heredia, Cartago y San José. El movimiento social, que se inició hace un siglo, desbordó el sistema patriarcal, se luchó por los derechos humanos de las mujeres, en el convencimiento de que los derechos humanos son de todos, de que la democracia política es democracia social y económica.
La década de los treinta y cuarenta es una lucha de clases intensa, ideológica. La cuestión de la mujer incluye más variables y enfoques en las discusiones nacionales e internacionales, la delimitación del problema va a depender del enfoque ideológico. Podemos observar, en la narrativa histórica, que la igualdad de la mujer en todos los planos une a las mujeres y a los hombres simpatizantes, es un asunto de derechos humanos y la transformación de la sociedad tiene sus caminos según la perspectiva ideológica.
La legislación social de 1943 les reconoce a las mujeres trabajadoras sus derechos de igualdad. Faltaba el asalto final al poder político, el patriarcal espacio del poder político no se rendía fácil. En palabras de Angela Acuña: “La paciencia ha sido la gran aliada del trabajo femenino, a lo largo de los años, en sus espléndidas batallas emancipadoras. No la paciencia inerte, reducida a aceptarlo todo sin protesta, sin defensa, sino aquella que actúa junto al valor, para alcanzar la meta, para transformar en realidad los ideales que forjó la mente y alentó el corazón”.
La primera demanda en pro de los derechos políticos fue en 1923, luego 1925, 1929, 1931,1932, 1934,1939,1943 y 1947. A partir de la fundación del Partido Comunista, en 1931, se unen mujeres que van a ser decisivas en las luchas sociales y protagónicas del espacio por las demandas sociales y la igualdad de las mujeres en todos los aspectos de la vida: María Isabel Carvajal (Carmen Lyra), Luisa González, Emilia Prieto, entre otras. El trabajo de organización con mujeres de las zonas bananeras, de barrios urbanos de trabajadores y de amas de casa va a fortalecer el movimiento como un todo, hacia la aceptación de la necesidad de los derechos políticos de las mujeres como una realidad social sin distingo de clases.
En 1947 es la última vez que se presenta la solicitud, acogida por el presidente Teodoro Picado, y es votada en el Congreso el 4 de junio de 1947, quince diputados votan a favor. El camino de la guerra civil había iniciado, el tema de la mujer no logró convencer a la oposición que votó en contra para quitarle el reconocimiento al presidente Picado que sí apoyaba la demanda. La guerra civil fue cruenta, y más cruenta la posguerra, la represión no tuvo límites contra los perdedores ni contra las mujeres. Fue un dramático final a una larga lucha por los derechos políticos, de ser electas y poder elegir en uno de los países de América Latina.
Lo paradójico, cruel e irónico es que mientras los diputados de la Constituyente votaban finalmente por los derechos políticos de las mujeres, muchas líderes de la izquierda sufrieron cárcel, expulsiones y pérdidas de trabajo. Fueron mancilladas públicamente, expulsadas del país y se les negó su regreso para morir en su patria a María Isabel Carvajal, Pilar Bolaños, Corina Rodríguez, María Alfaro, Stella Peralta, Emilia Prieto, Luisa González, Adela Ferreto, mujeres luchadoras por los derechos, desde otros espacios. Y Ángela Acuña Braun, la líder fundadora, ejemplo de resistencias, perseverante, cuidadora de la memoria de las mujeres, se encontraba fuera del país. En la Constituyente de 1949 tampoco tenían los mismos derechos los afrodescendientes del Caribe, que no eran aceptados como ciudadanos, ni los pobladores de los pueblos ancestrales. Faltaban muchos años para ser aceptados por el sistema democrático racista, discriminatorio y excluyente.
En 1937, Emilia Prieto escribió: “la inconformidad y la protesta serán fecundadas en reivindicaciones. Y a quien más le corresponde en revelarse es a la mujer, víctima eterna de todos los sistemas opresivos, medievales y oscurantistas, para perpetuar los cuales y hacerlos peores, en esta babilonia confusión, solo podrán hacernos ver claro, nuestro sano sentido común y el alto anhelo de justicia y dignidad humana que ha de llevar consigo toda mujer consciente”.
A un siglo de la fundación de la primera organización feminista en Costa Rica, la lucha continúa. ¡¡¡¡¡Viva el Centenario de la Liga Feminista de Costa Rica!!!!!
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