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Filósofo de la UCR Camilo Retana presenta su nuevo libro

La libertad que produce un simple ''no''

Los productos light, la autoayuda y las redes sociales son algunos temas que se cuestionan en la obra
27 abr 2022Artes y Letras

Portada de Contra lo light: ensayos adversativos
Michelle está agotada… Más de tres años de intenso ejercicio en el gimnasio no le han deparado los resultados corporales que esperaba ver y que anhelaba que otros reconocieran. En la bicicleta estacionaria ve un símil de su vida: pedalea y pedalea sin llegar a ningún lado. Cada vez que toma las pesas en sus manos, se cuestiona la razón por la que se somete a estos esfuerzos. Sin embargo, la sola idea de renunciar al gym le asusta, aunque no sabe exactamente por qué.

Mientras tanto, Gustavo está aburrido de ingresar a sus redes sociales y no descubrir nada nuevo. Sabe que el tiempo que pasa “escroleando” la pantalla de su celular le resta horas a su trabajo final de graduación y al puño de libros que siempre ha querido leer. Esta tensión le ha generado ansiedad e insomnio, pero en ningún momento se plantea la posibilidad de abandonar las redes sociales, porque siente que eso significaría dejar de existir para el mundo.

Prácticamente nadie se salva de estar en los zapatos de Michelle y Gustavo, aunque sea por otras razones, ya sea los juegos de video, las compras compulsivas, la necesidad de viajar constantemente o el consumo de productos light, entre otras muchísimas manifestaciones culturales que, en apariencia, no son relevantes, pero terminan determinando la existencia.

Esta realidad que muchos dan por sentada es la que cuestiona Camilo Retana, docente de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, en su más reciente libro titulado Contra lo light: ensayos adversativos, el cual desarrolla argumentos contra lo light, contra el gimnasio, contra el doblaje, contra las redes sociales, contra Uber, contra la obligación de viajar y contra la autoayuda, todo desde la misma experiencia del autor y enmarcado en la tradición de la crítica adversativa.

“Se trata de una actitud ética que se basa lo mismo en la filosofía que en la contracultura, que echa mano tanto de personajes literarios y cinematográficos como del acervo de la ironía, y que se sirve igual de la teoría crítica que del ensayo oposicional”, explica Retana en el preámbulo de su obra, en el que delimita los alcances de la crítica adversativa y explica la importancia de oponerse a temas menores que se han convertido en convenciones sociales sin necesariamente tener una propuesta que los sustituya.

La presentación del libro estará a cargo de Jeymer Gamboa, escritor y productor audiovisual, y de Paula Piedra, escritora y gestora cultural. La actividad se realizará de forma presencial el jueves 5 de mayo, a las 7:00 p.m., en Utopía, en San Pedro.

“Creo que vivimos muy preocupados por decirle que sí a un montón de cosas, porque creemos que abrazando el sí podemos definirnos mejor a nosotros mismos, alcanzar cosas, alcanzar la plenitud de la vida, etc. Esa obsesión que tenemos con el sí me parece que es lo que hace que no estemos suficientemente atentos a las cosas que elegimos negar; y yo creo es que es tan importante a qué le decimos que sí como a qué le decimos que no. Ambas cosas son igual de importantes en términos de hacernos con una identidad, porque somos tanto aquellas cosas que queremos, que deseamos y que conseguimos, como aquello a lo que le decimos que no, y esta es una sociedad en la que estamos bombardeados de sobreofertas de cosas que consumir y de cosas que desear y de cosas que buscar”, señaló Retana al inicio de una entrevista que ahonda en el tema de la crítica adversativa. A continuación, un extracto de ella:

–¿Está prohibido hacer crítica adversativa de la crítica adversativa?

–Camilo Retana: Parte de la riqueza de la crítica adversativa es que, en la medida en que no se ve en la necesidad imperiosa de edificar algo o decir cómo debiera ser el mundo, puede criticar e, incluso, criticarse a sí misma. Eso es algo que el pensamiento afirmativo no tiene, porque el pensamiento afirmativo está más preocupado por la verdad de las cosas que por los vacíos que pueda tener una determinada versión de la realidad.

–¿Por qué limitar la crítica adversativa a fenómenos menores y no cuestionarse las superestructuras que gobiernan nuestras vidas?

–CR: Creo que es más coherente con la crítica adversativa ese vérselas con los fenómenos menores porque parte de la contraposición que uno podría establecer entre la crítica adversativa, que es una tradición de alguna manera más subterránea que los grandes sistemas de pensamiento afirmativo, es que la crítica adversativa saca a flote problemas que, en principio, son menores, o podrían parecerlo, pero que al final soportan un montón de consensos sociales.

Creo que ese es un rasgo de la crítica adversativa que, al estar basada en la negación, se las ve con consensos sociales hasta cierto punto irrebatibles. Creo que ahí hay un valor en poner en entredicho esos consensos sociales tan arraigados, como las redes sociales.

Creo que hay algo que la crítica adversativa puede ofrecer que no ofrecen las teorías que se centran en los grandes problemas de las teorías afirmativas, como los grandes temas de la teoría, como la injusticia, la verdad, el Estado, esos grandes temas del pensamiento contemporáneo. No es que la crítica adversativa no se llega a esos temas, sino que lo hace por intermediación de esos consensos que están siendo criticados.

–¿Cómo distinguir la crítica adversativa de grupos como los antivacunas o terraplanistas, de grupos que de alguna manera cuestionan la realidad tal y como la entendemos?

–CR: Creo que parte de lo esencial de la crítica adversativa tal y como intento practicarla en el libro es que es un tipo de pensamiento deconstructivo, que no está tan interesado en instaurar un orden social alternativo al orden que se adversa. Me parece que en el caso de este tipo de grupos hay una agenda muy clara de qué es lo que se quiere. Me parece que allí reside la principal diferencia,  que son grupos que no están tanto en contra de algo, sino a favor de otra cosa, como intentando reivindicar un orden.

Pienso también en todo ese movimiento religioso que estaba en contra de la educación sexual. Me parece que es un grupo que se presentaba como adversativo, pero que en realidad estaba a favor de la educación religiosa de manera solapada. Y otro tanto podríamos decir de todo ese grupo de trumpistas radicales que se presentan como grupos en contra del establishment, pero que en la práctica lo que están es a favor del supremacismo, creo que allí radica una diferencia importante.

–¿Quién y cómo se define el canon de lo que puede ser objeto de la crítica adversativa?

–CR: Dentro de la crítica adversativa el corpus de problemas es disperso e inestable. Al inicio del libro yo digo, un poco en broma, que uno podría escribir sobre otro montón de cosas como el VAR, las tarjetas de crédito o las canciones rancheras, porque si el pensamiento adversativo, tal y como intenta practicarlo el libro, se define ante todo por vérselas con los fenómenos menores, lo que cabe allí depende del crítico.

En ese sentido me parece que hay un montón de problemas que podrían ser abordados y que lo interesante es cómo detrás de esos pequeños consensos, en el fondo, podemos encontrar buena parte de lo que soporta nuestra cultura. Creo que detrás de esos pequeños consensos hay cosas muy reveladoras de cómo nos pensamos a nosotros mismos.Entonces, ¿qué puede ser incluido, temáticamente hablando, dentro de la crítica adversativa?, me parece que es una pregunta que está abierta para ser contestada por la misma crítica. Es un canon abierto de problemas. Creo que no necesariamente ocurre lo mismo con otro tipo de agendas temáticas o de epistemologías donde hay problemas definidos sobre qué debe discutirse.

–¿Qué pueden hacer las personas que realmente desean tener una práctica coherente con su discurso adversativo?

–CR: Creo que apuntás a uno de los ejes más importantes del libro y es el hecho de que, según los diferentes ensayos que lo componen, negar estos fenómenos implica vivir la individualidad de otra manera, de una manera alternativa; de forma tal que hay una ligazón muy marcada en el libro entre adversar y vivir de otra manera.

En este sentido en el libro está muy amarrada la crítica con la ética. Digamos que no son críticas ociosas, sino que son críticas que se preguntan ¿qué otras formas alternativas de vida podrían ser inventadas? Pero a mí me gustaría que esa pregunta la puedan contestar los lectores, en el sentido de que si todo el esfuerzo conceptual está dirigido en el libro a descomponer un consenso, yo lo que querría es que la gente, una vez sometido a escrutinio ese consenso, pueda preguntarse qué otra forma de vivir existiría, al margen de esa que está siendo sometida a cuestionamiento.

–¿Podríamos decir que los temas que desmenuzás en el libro son las piedras de buenas intenciones que tapizan el camino al infierno?

"En el caso de las redes sociales, yo mucho tiempo pensé en cerrarlas y no las cerraba porque me preguntaba qué iba a pasar una vez que lo hiciera y lo que yo te puedo decir a nivel personal es que no ha habido un solo día en el que yo tenga ganas como de volver a abrirlas porque obtuve una libertad que no sospechaba que pudiera adquirir en ese momento".

Camilo Retana

–CR: Creo que sí. En efecto, abrazamos esos fenómenos o esas ofertas culturales a partir de un deseo inocente y creo que en ese abrazo hay más en juego de lo que solemos pensar. Creo que las redes sociales son un buen ejemplo de eso. Uno consiente en ser usuario de las redes sociales y sin duda no media ningún tipo de malicia en eso y, sin embargo, en ese consentimiento se juega un montón de cosas, desde nuestras posturas corporales hasta nuestra relación con otras personas, la manera en que nos conducimos con los otros, etc. Hay un montón de cosas que están siendo decididas allí. Creo que el infierno de nuestro malestar está empedrado de muchos de estos consentimientos nuestros para con estas instituciones culturales.

–¿De qué manera se puede mantener un discurso adversativo sin asumir una posición de superioridad y pedantería ante quienes consumen productos light, son asiduos usuarios de las redes sociales y viajeros frecuentes, por ejemplo?

–CR: Esa ha sido mi principal preocupación a lo largo de todo el proceso de escritura. Algo que me gustaría mucho enfatizar a partir de esta pregunta es que yo decidí escribir sobre cada una de estas cosas porque todas son cosas que me interpelan en primera persona, no que me interpelan sociológicamente o conceptualmente, sino que me interpelan en primera persona como ser humano. Lo que quiero decir en concreto es que cada una de estas cosas han tenido que ver con mi vida y, al contrario de lo que podría parecer, la mayoría de reflexiones que están contenidas en el libro son reflexiones que yo me he hecho al relacionarme con cada una de estas cosas, al sentirme interpelado por cada una de estas cosas. De manera que creo que uno debería adversar únicamente aquellas cosas con las que ha entrado en relación para evitar eso que vos decís.

Esa tendencia de criticar fenómenos desde las alturas es un vicio que habría que intentar ahuyentar porque creo que una de las enseñanzas más significativas de alguna de las teorías críticas contemporáneas es que uno siempre debe intentar pensar de manera situada, desde un lugar, y creo que mi lugar en relación con estas cosas que critico es un lugar acuciado, de una persona que se siente interpelada por estos objetos, por estas prácticas, por estos fenómenos.

Mientras escribía el libro fue algo que nunca dejé de tener en mi cabeza, tratar de evitar una crítica pedante o de superioridad moral y, en ese sentido, algo que intenté y que uno nunca sabe hasta qué punto se logró, es escribir con sentido del humor, con ironía sobre esos temas, y es la ironía de quien conoce de esos temas, quien se ha relacionado con esos asuntos. Por ejemplo, la parte de lo que dicen las redes sociales cuando uno las cierra. Yo cerré mis redes sociales y eso era lo que me salía. Realmente yo he lidiado con cada una de esas cosas.

–¿Qué ha sido más difícil: vivir con estas cosas o sin ellas?

–CR: Sin duda, vivir con esas cosas. En términos generales, creo que parte del sometimiento que tenemos con respecto a estas prácticas y fenómenos tiene que ver con una cierta extorsión de la que somos objeto y somos nosotros mismos los que nos extorsionamos en el sentido de que muchas de estas cosas las seguimos haciendo porque nos preguntamos precisamente qué sería de nuestra vida si dejáramos de hacerlas, y ese vacío que producen esas prácticas creo que podría ser un vacío muy productivo porque en lugar de esas cosas, en lugar de consumir productos light o de ir a los gimnasios, etc., podemos preguntarnos una vez que renunciamos a esas cosas ¿qué podríamos hacer en lugar de ellas?

En el caso de las redes sociales, yo mucho tiempo pensé en cerrarlas y no las cerraba porque me preguntaba qué iba a pasar una vez que lo hiciera y lo que yo te puedo decir a nivel personal es que no ha habido un solo día en el que yo tenga ganas como de volver a abrirlas porque obtuve una libertad que no sospechaba que pudiera adquirir en ese momento.

Afiche de la presentación del libro Contra lo light: ensayos adversativos

“Creo que vivimos muy preocupados por decirle que sí a un montón de cosas, porque creemos que abrazando el sí podemos definirnos mejor a nosotros mismos, alcanzar cosas, alcanzar la plenitud de la vida, etc. Esa obsesión que tenemos con el sí me parece que es lo que hace que no estemos suficientemente atentos a las cosas que elegimos negar”.

Camilo Retana
Fernando Montero Bolaños
Fernando Montero Bolaños
Periodista, Oficina de Divulgación e Información
fernando.moarkgnterobolanos  @ucrfntg.ac.cr

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