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Ciencia más tecnología

Redes sociales: motor de los discursos anticiencia

La incertidumbre surgida a raíz del COVID-19 fue aprovechada para diseminar creencias pseudocientíficas en las redes sociales.
12 ago 2021Ciencia y Tecnología
Por primera vez se realiza un estudio interdisciplinario para analizar la desinformación en Costa Rica sobre el COVID-19 en los medios digitales.

Remedios caseros para prevenir la enfermedad, dudas sobre la vacuna y otros procedimientos médicos, xenofobia y discursos en contra de la institucionalidad forman parte de un "coctel" de contenidos falsos o engañosos que han circulado en medios digitales durante la pandemia.

En momentos de crisis, en los que la sociedad necesita soluciones y respuestas rápidas que brinden certeza, se crean discursos que ofrecen resultados carentes de verdad o de evidencia científica.

Estudios recientes muestran que la desinformación durante la pandemia ha girado en torno a temas coyunturales relacionados con la salud pública y su protección, así como a dinámicas sociales de carácter estructural e histórico presentes en el imaginario de los costarricenses.

Este fenómeno se ha identificado en toda Latinoamérica, con un comportamiento muy similar en distintos países.

Uno de los hallazgos es que estos contenidos falsos circulan por canales digitales no formales y no en los medios de comunicación tradicionales. En estos últimos, hay establecidos criterios profesionales en el manejo de las informaciones.

La explicación de lo anterior es que las noticias falsas se propagan en las redes sociales porque ahí hay menor control de los datos o no existen filtros editoriales. De esta manera, esos contenidos se viralizan.

Para conocer la desinformación en nuestro país, un grupo interdisciplinario de la Universidad de Costa Rica (UCR) y de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) inició en el 2020 una investigación sobre tal temática y las noticias falsas (fake news).

Este es el primer acercamiento al tema que se efectúa con la participación de disciplinas como la comunicación, la lingüística y la computación. El estudio pretende identificar las principales tendencias y comportamientos de este fenómeno de la comunicación en el ámbito nacional, con la ayuda de herramientas tecnológicas, como la inteligencia artificial.

"La desinformación es un fenómeno que opera a nivel mundial. Desde las elecciones presidenciales de EE. UU. en el 2006, en las que ganó Donald Trump, las noticias falsas llamaron la atención y se inició su análisis en la academia. No obstante, hay muy poca literatura sobre cómo se manifiesta en Costa Rica", aclara Larissa Tristán Jiménez, coordinadora del estudio por parte de la UCR.

Existe la idea de que hay una abundancia de contenidos falsos y de que la exposición a estos es muy grande, pero investigaciones de Estados Unidos demuestran que tal contacto es menor de lo que se cree. El problema es que esa percepción del problema lo magnifica y eso genera desconfianza ante los medios.

La incertidumbre social generada por el COVID-19 ha dado pie a la aparición de discursos anticiencia en redes sociales como Facebook y en grupos de Whatsapp, según expertas de la  UCR.

Ciencia de resultados

La comunicación de la ciencia a la sociedad se ha enfocado en dar cuenta de los resultados científicos más que del proceso de generación del conocimiento. Esto implica que no ha habido un verdadero intercambio entre quienes desarrollan la ciencia y el resto de la comunidad.

Este énfasis en la ciencia de resultados ha constituido un caldo de cultivo para otro fenómeno de nuestros días, conocido como la "posverdad", en el cual la opinión es más importante que los hechos y las evidencias científicas.

Las redes sociales son una caja de resonancia de esta situación. En las redes digitales, “la opinión del ‘amigo’ tiene más validez que la de una persona científica o una voz autorizada”, indica Tristán, quien labora en el Centro de Investigación en Comunicación (Cicom) de la UCR.

Durante el contexto de la pandemia, se ha observado que la incertidumbre social que genera la enfermedad del COVID-19 ha dado pie a la aparición de discursos anticiencia en redes como Facebook y en grupos de WhatsApp.

“Debido a la confianza que se le tiene a la ciencia de resultados, cuando no hay respuestas científicas rápidas aparecen ciertos grupos que politizan y capitalizan esa incertidumbre”, agrega.

De esta forma, surgen creencias y conocimientos pseudocientíficos, a los cuales las personas se adhieren y que en algunos casos pueden ser peligrosos o perjudiciales para la salud pública.

La especialista del Cicom en comunicación de la ciencia, Margoth Mena Young, explica que el proceso de innovación y de descubrimiento científico conlleva dudas y equivocaciones, y no es tan lineal como las personas esperan. “La gente interpretó como errores de la ciencia lo que no se sabía en un cierto momento y se ha ido conociendo durante el desarrollo de la pandemia”, señala.

En el caso de la vacuna contra el COVID-19, la principal razón para su rechazo —que ha sido mundial— se debe a la rapidez con la que se logró crear este fármaco. Al descontextualizarse este avance, se entiende que el proceso fue rápido, pero se desconoce que la tecnología del ARN mensajero, que llevó a la creación de una de las vacunas, se venía investigando desde hace varias décadas.  

Aunque en Costa Rica no se ha articulado un discurso antivacunas tan fuerte como en otros países, se observa en las redes sociales una apertura hacia otro tipo de saberes y conocimientos pseudocientíficos. “En el país no hay un movimiento anticiencia, sino la existencia de ciertos grupos que se activan con determinados temas, pero que no tienen un discurso público”, argumenta Mena.

Las tendencias

Tristán resume en cuatro ejes temáticos las tendencias identificadas en relación con los discursos asociados al COVID-19 en Costa Rica: conjuros, remedios, peligros y amenazas.

Algunas de las noticias falsas identificadas hacían alusión a que la prueba PCR no sirve para diagnosticar la presencia del virus SARS-CoV-2 y más bien puede llegar hasta la barrera del cerebro y dañarlo. Imagen: cortesía de Larissa Tristán.

Las noticias falsas analizadas fueron desmentidas por verificadores periodísticos, como #NoComaCuento, del periódico La Nación, y Doble Check, un proyecto afiliado a las radioemisoras de la UCR.

En el eje de los conjuros y remedios, se pone a disposición de la gente información sobre  rituales y prácticas pseudocientíficas para curar y para evitar enfermarse. Por ejemplo, se recomienda comer ajos, ingerir cloro o hipoclorito de sodio.

Un aspecto que llama la atención de las noticias falsas es que siempre invocan a un experto, cuyo nombre no se conoce, pero que procede de Europa o Estados Unidos. Con esto se busca legitimar el discurso.

Mientras tanto, los peligros y amenazas tienen que ver más con teorías de la conspiración, que se fundamentan en que hay algo ominoso que el statu quo oculta y se tiene que revelar. Históricamente, este tipo de creencias han propagado ideas en contra del extranjero, razón por la cual se actualizan miedos presentes en el imaginario costarricense.

Se observó que algunas noticias falsas, con un tono alarmista e incitando al miedo, alertaban sobre el peligro que representaba el ingreso masivo de nicaragüenses con la anuencia del Gobierno, el cual no nos protegía como país. En otras palabras, el "enemigo" ya no solo era extranjero, sino también interno.

"Siempre hay una tendencia polarizante y contra el statu quo. Esto es muy grave porque son ataques beligerantes y constantes hacia la institucionalidad del país", comenta Tristán.

Para la experta, los contenidos negacionistas sobre conjuros y remedios llenan una necesidad cognitiva y existencial, porque ante la incertidumbre frente al virus, dan una falsa sensación de control.

Por su parte, las teorías de la conspiración también suplen un vacío afectivo en algunos casos, al responder a una serie de necesidades que en un momento de crisis no están siendo satisfechas.

"Hay en estas plataformas digitales un hilo muy delgado entre la ficción y la realidad, las fronteras se borran", señala.

Finalmente, las especialistas coinciden en que tener a las redes como aliadas de la comunicación científica implica lograr que los usuarios participen, que aprendan a detectar los contenidos pseudocientíficos y desarrollen una confianza hacia las fuentes científicas. Además, es necesario un protocolo para las publicaciones, ya que las noticias falsas hoy en día son muy similares al discurso científico.

Buenas prácticas para comunicar la ciencia

-Mostrar el proceso de construcción del conocimiento que está detrás de un concepto científico.

-Hacer a la población partícipe de los procesos científicos.

-Comunicar desde la homofilia: la persona emisora comparte con sus interlocutores los mismos atributos, como edad, creencias, educación, prácticas, intereses y miedos.

-Usar una narrativa que integre el conocimiento y las emociones (experiencias).

-Fomentar la confianza. La credibilidad en las instituciones científicas es un punto a favor que hay que aprovechar.

-Brindar información útil para la toma de decisiones y el bienestar social.

-Contar con un periodismo especializado en ciencia.

-Diversificar las estrategias de comunicación, trabajar con públicos diferentes y según sus necesidades.

-Utilizar más los recursos audiovisuales, como infografías y videos, para lograr una mayor participación del público.

Fuente: Margoth Mena Young, Centro de Investigación en Comunicación (Cicom).

Patricia Blanco Picado
Patricia Blanco Picado
Periodista, Oficina de Divulgación e Información
Área de cobertura: ciencias básicas
patricia.bnzpplancopicado  @ucrqxvg.ac.cr

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