La importancia de la investigación científica en las universidades públicas, factor de desarrollo y bienestar en Costa Rica

Las universidades públicas aportan el 75% de la producción científica a nivel país. Foto Archivo OCI.
Ante comentarios de algunas autoridades gubernamentales en declaraciones en la Asamblea Legislativa y algunas personas en medios de prensa, la Academia Nacional de Ciencias expresa lo siguiente:
El desarrollo de la ciencia y la
tecnología es un componente esencial en la capacidad de un país de
generar prosperidad y equidad a través del conocimiento. Costa
Rica, durante varias décadas, ha realizado esfuerzos importantes,
aunque aún insuficientes, para que la ciencia y la tecnología
ocupen un lugar destacado en la agenda política
nacional.
Los análisis sobre el sistema de
ciencia, tecnología e innovación de Costa Rica han mostrado que el
principal reservorio de conocimiento científico del país se
encuentra en las universidades públicas, las que han
aprovechado los recursos que les provee el Estado para generar un
dinámico sector de investigación científica y tecnológica, el cual
tiene fuertes vínculos con amplios sectores del país. La ciencia no
es sólo una poderosa herramienta para el crecimiento económico,
sino que constituye un elemento fundamental de la cultura de un
país.
Algunas autoridades han manifestado
que “Hay una disociación total en muchos de los temas en los que
las universidades, por motu proprio, están investigando o haciendo
aportes de cooperación, pero son temas que no resultan prioritarios
para las instituciones públicas, o que están desconectados de la
realidad.” También, “que las investigaciones en su gran mayoría son
investigaciones académicas y no investigaciones
aplicadas.”
Nosotros, en la Academia Nacional de Ciencias, sabemos que esto no es así. Un examen crítico de la producción de investigación de las universidades, que en su conjunto representan el 75% de esta actividad en el país, muestra la verdadera naturaleza de las actividades de investigación.
La oposición entre investigación “aplicada” y “académica” en una institución de educación superior no tiene sentido, dado que existe una estrecha relación de continuidad entre la generación de conocimiento básico y aplicado. Podríamos entender esta distinción en un Instituto de investigación privado o de un ente de gobierno, si éstos, en Costa Rica, hicieran investigación, pero no en una universidad. Como dijo Jerome Friedman, Premio Nobel de Física 1990, “La innovación es la clave del futuro, pero la investigación básica es la clave de la futura innovación.”
En una institución de educación
superior, la investigación tiene una razón de ser que va más allá
de la aplicación, tiene un valor formativo y de creación de
cultura fundamental. Por supuesto que las universidades deben
preocuparse por la aplicación eventual de sus investigaciones para
resolver problemas del desarrollo nacional, pero hay una función de
formación de capacidades, de la que depende en gran medida el
impacto social de esta actividad y que es central a su quehacer. El
fomento al desarrollo integral de la investigación en las
universidades garantiza el cumplimiento de dicha
función.
Otro aspecto de una visión
reduccionista y economicista que a veces se tiene de la
investigación universitaria es cuando se trata de evaluar dicha
investigación con el número de patentes que registran estas
instituciones. El énfasis en patentes puede ser contrastado con el
acceso libre al conocimiento, propio de lo producido en
universidades públicas. La producción de bienes y servicios, las
patentes y la investigación contratada, son mecanismos legítimos de
las universidades para proyectar sus saberes y acarrear recursos
financieros, pero no pueden ser la razón de ser de sus actividades
de investigación ni el principal parámetro para evaluar su labor
investigativa. El aporte de la investigación universitaria se
proyecta a la sociedad de múltiples formas que van mucho más allá
de las patentes, lo cual es evidente en la sociedad
costarricense.
El proceso de investigación en
nuestras universidades tiene, lo repetimos, una función central
de desarrollo de capacidades, indisociable del proceso de formación
del estudiantado universitario. Posee, además, la función de
generar conocimiento sobre nuestra realidad natural y social,
conocimiento que alimenta la cultura y que, por diversos medios,
contribuye al desarrollo nacional.
No podemos dejar de mencionar otro
enfoque reduccionista cuando se señala que las universidades deben
formar para satisfacer principalmente las necesidades del mercado.
Aunque esa es una faceta importante de su labor, debe quedar claro,
y basta señalar, que la función de las universidades públicas
trasciende en mucho este objetivo.
Para que las universidades públicas
logren consolidar este valioso aporte al país es necesario que su
actividad de generación de conocimiento mediante la investigación,
y la proyección de ese conocimiento a la sociedad, no se debilite,
sino que más bien se fortalezca. Para ello requieren recibir del
estado el financiamiento que necesitan para el cumplimiento de
su misión.
Un elemento absolutamente esencial de esa capacidad universitaria de generación de conocimiento a través de la investigación lo constituye la libertad académica en estas instituciones, vale decir la posibilidad de las personas que se dedican a la investigación para desarrollar sus proyectos en un marco de plena libertad. Esa libertad asegura el desarrollo de ideas novedosas y de soluciones innovadoras a los problemas del país.
Esta libertad académica, la cual
potencia la energía creadora al interior de las universidades
públicas, la garantiza la autonomía universitaria, ese preciado
legado que nos dejaron los constituyentes, y que se ha mantenido
incólume desde 1949. Las universidades públicas elaboran sus
agendas de investigación en diálogo permanente con diversos
sectores de la sociedad a la cual estas instituciones se deben.
Pero esos sectores, especialmente los del ámbito político, no deben
intentar interferir con la forma como las universidades organizan y
desarrollan su trabajo académico.
La Academia Nacional de Ciencias
(ANC), creada mediante la Ley 7544 de 1995, tiene como misión
asesorar a los poderes del Estado costarricense en Ciencia y
Tecnología, promover la investigación científica y tecnológica del
país y constituir un foro multidisciplinario de discusión
científica permanente, con énfasis en el avance global de la
ciencia y en la investigación de los problemas nacionales. Es por
esto que, como academia que vela por el mejoramiento de la
actividad científica y tecnológica nacional, enfatizamos la
importancia que tiene la investigación científica y tecnológica
en las universidades públicas y nos ponemos a disposición de
los miembros de los Poderes de la República y la ciudadanía en
general para asesorar o aclarar en los ámbitos de nuestra
competencia.
San José, 14 de octubre de
2024