La palabra es “paciencia”, así es como se deberá enfrentar el escenario económico al que estamos entrando como país y como globo. Esa es la conclusión del economista Daniel Ortiz, tras su participación como ponente en la cátedra Alexis Orozco de la Escuela de Economía de la Universidad de Costa Rica.
El ahora director de la empresa Consejeros Económicos y Financieros, S. A (CEFSA) graduado de esta unidad académica, ofreció a estudiantes y docentes un análisis de la coyuntura internacional reciente con especial énfasis en los cambios sobre la política comercial y económica de Estados Unidos durante este 2025.
“Serán más de cuatro años de incertidumbre y de cambio estructural”, señala; en relación con las formas de hacer política del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El año inició con una guerra comercial, pero es un enfrentamiento en un mundo que ya estaba muy integrado y dónde la apertura comercial es necesaria para la producción. “En ese contexto, el hablar de aranceles hasta puede resultar obsoleto”, señala Ortiz.
Lo anterior significa una desaceleración y todo lo que esa palabra acarrea
El contexto próximo es de menos ingresos, menos trabajo, menos demanda y menor crecimiento. Para Ortiz, las decisiones que se tomen tanto a nivel empresarial como de política pública se deberán establecer en un ambiente marcado por la incertidumbre y la volatilidad, esos son los adjetivos del 2025. “No serán decisiones fáciles”, afirma el economista.
El efecto en masa de la incertidumbre tiene un impacto a nivel de crecimiento, veremos menos movimiento en todo sentido. “Solo pensar que uno de cada dos turistas que visitan Costa Rica son de Estados Unidos”, ejemplifica.
La confianza está afectada, el consumo sufre y la inversión también lo hace, y eso lleva a un mundo que crece más despacio y que se complica hacia adelante. El contexto de desaceleración supone, además, un traslado de más inflación hacia el 2026.
Puntualmente, los indicadores de confianza en Estados Unidos y el comportamiento de los mercados accionarios están mostrando comportamientos similares a los registrados en pandemia.
MBA Daniel Ortiz durante su charla en el contexto de la Cátedra Alexis Orozco de la Escuela de Economía.
Foto: Leonardo Garita Alvarado.La economía costarricense no es ajena a este entorno complejo, que sí o sí frenará el actual ritmo de crecimiento del producto interno bruto (PIB) cercano al 4 %, y que, pese a ser un número que no es malo; a nivel interno este no se tradujo en un mayor dinamismo para cuestiones de trabajo y, además, lidia con un fuerte problema de inseguridad y deterioro de la salud. “¿Entonces crecimiento para qué?”, se pregunta el expositor.
El impulso que usualmente le da a la economía costarricense la actividad de las zonas francas está perdiendo fuerza. Hoy, este indicador que suele crecer de dos a tres veces más que el régimen definitivo está decreciendo.
A nivel de demanda interna cayó el consumo de bienes duraderos (como vivienda, carro o línea blanca) y pasó a números negativos, por su parte, la demanda de artículos semiduraderos (como vestimenta) está estancada. También, la demanda de servicios crece menos. Todo acompañado por una carencia de nuevos puestos de trabajo.
Lo anterior hace suponer que el dinamismo exportador registrado no es sostenible en el corto plazo, ni tampoco es posible proyectar ese crecimiento hacia adelante.
Por el lado de las finanzas públicas las mismas siguen en un terreno complejo. Las ganancias de las empresas están cayendo, la recaudación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) que es un indicador de consumo está también cae.
Sí, hay una inflación frenada, pero Ortiz explica que los productos y servicios que bajaron de precio fueron exclusivamente los vinculados al tipo de cambio, sin embargo, los productos importados sí subieron de precio y eso supone que la inflación cercana a cero no necesariamente es sinónimo de estabilidad.
Es “raro”, según el criterio del expositor, que la inflación continúe siendo cercana a cero y que las tasas de interés sigan altas, lo que significa que las personas están pagando más de lo que deberían en cuotas bancarias. A lo anterior se suma que el tipo de cambio ha beneficiado la dolarización del sistema, a través del endeudamiento en dólares, con el consecuente riesgo que esto supone.
La suma es una economía que camina más lento y pasa de un ritmo de crecimiento, que en el 2023 superaba el 5 %, a uno proyectado para el 2026 de 3,6 %. Habrá entonces menos consumo, menos producción, menos exportaciones menos empleo, y las finanzas públicas igualmente requerirán de endeudamiento. Hoy, la razón de deuda del PIB es decreciente, pero sigue siendo alta (cercana al 59 %) con tasas de interés que seguirán poniendo techo a la inversión. La palabra para el futuro económico próximo será “paciencia”.
Expositor: MBA. Daniel Ortiz Álvarez, economista con MBA en Finanzas y amplia experiencia en mercados financieros, ofrece un análisis económico y una dirección estratégica. Se presentará un estudio de la coyuntura internacional reciente, con especial énfasis en los cambios en la política comercial y económica de Estados Unidos durante 2025. A partir de las nuevas medidas arancelarias y de la creciente incertidumbre global, se evaluarán los posibles efectos sobre la economía costarricense, particularmente en variables clave como el comercio exterior, la inversión, el tipo de cambio y el crecimiento económico. Asimismo, se identificarán los principales riesgos que enfrenta el país ante este nuevo entorno internacional, más volátil y proteccionista. Fecha: Miércoles 21 de mayo, 3:00 p.m.