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50 aniversario del Instituto de Investigaciones Sociales de la UCR

¡Centroamérica a estudio! Su crisis, el autoritarismo y los atisbos de esperanza

Con jornadas llenas de criticidad, sentido analítico, solidaridad y hermandad; especialistas en diversos ámbitos de las ciencias sociales presentaron su visión acerca del panorama centroamericano
26 may 2025Sociedad
Foto 1 Congreso CR en CA IIS UCR 2025

El análisis de la situación de las sociedades centroamericanas fue la temática clave, dentro del Congreso Excepcionalidad en duda. Foto: Anel Kenjekeeva.

En medio de una región marcada por retrocesos democráticos, crisis estructurales y nuevos autoritarismos, el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica (IIS UCR) celebró su 50 aniversario con un congreso de reflexión y debate titulado Excepcionalidad en duda: Costa Rica en la Centroamérica del 2025.

Más que una conmemoración, el evento fue un espacio para el pensamiento crítico sobre el pasado, el presente y el futuro del istmo, que está atrapado entre la impunidad y la resistencia.

Se trató de algo más que una celebración institucional, fue una interpelación directa a la academia, al compromiso ético de las ciencias sociales y a la necesidad de comprender una Centroamérica cuya fragilidad democrática ha dejado de ser una amenaza latente para convertirse en una realidad palpable.

El IIS UCR: un salvavidas en medio de la tormenta

La jornada inaugural del congreso contó con palabras de figuras académicas como el Dr. Koen Voorend, director del IIS UCR, quien subrayó la relevancia de este espacio en el contexto actual. “Hoy el Instituto cumple 50 años, eso hay que celebrarlo porque estamos en un contexto turbio, complejo, con paradigmas de crisis sociales y económicas en todo el mundo, y en momentos en que se pone en entredicho el valor de la universidad pública”, afirmó el especiacialista.

Consciente de la amenaza que representa el debilitamiento de la autonomía universitaria y el desprestigio del pensamiento crítico, Voorend defendió la relevancia de la vinculación entre la docencia, la investigación y la acción social. “El IIS me dio la oportunidad de ganar una vida académica y laboral en Costa Rica. Es una época de mucha esperanza en la capacidad de las universidades para unir los pilares fundamentales del conocimiento”, añadió.

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El Dr. Koen Voorend, director del IIS UCR (de pie a la derecha), fue enfático al destacar el papel de las universidades públicas, dentro de los esfuerzos por buscar mejorar las sociedades en Centroamérica. Foto: Laura Rodríguez.

Por su parte, la Dra. Isabel Avendaño Flores, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCR, contextualizó el nacimiento del IIS en una visión estructural de desarrollo académico: “La fundación del IIS en 1975 no fue un hecho aislado, sino parte de una visión fundacional más amplia... una que apostaba por construir una Facultad que situara la investigación como eje estructural”.

Avendaño destacó que hoy existen más de 300 proyectos vigentes en la Facultad que articulan la docencia, la acción social y la investigación, un entramado institucional “diverso, potente y profundamente comprometido con la producción de saberes que transformen nuestra sociedad”, describió.

Un espejo inquietante para Costa Rica

Para inaugurar el congreso se programó la conferencia de la politóloga e investigadora Rachel Schwartz, del Instituto Kellogg y la Universidad de Oklahoma. Bajo el título Cuando la impunidad contraataca: la lucha contra la corrupción y el futuro de la democracia en Centroamérica, Schwartz delineó un panorama sombrío pero esclarecedor.

“Centroamérica no es una excepción”, advirtió. En su análisis, los procesos autoritarios actuales responden a una lógica transnacional de defensa de la impunidad, un sistema de poder enquistado en los Estados desde los años del postconflicto armado.

“Los países que vivieron guerras civiles no regresaron a ellas, pero se consolidó una democracia débil y una forma de Estado semipatrimonial”, explicó.

Este tipo de régimen, según Schwartz, permite a las élites políticas y económicas utilizar las instituciones para sus propios fines, manipular la legalidad y evitar la rendición de cuentas. Es un modelo que, aunque democrático en apariencia, opera con lógicas profundamente autoritarias. ¿Nos suena esto familiar a las y los costarricenses?

“La democracia débil en Centroamérica es necesaria con la misma fuerza por la cual es inviable”, citó con alusión a la frase del sociólogo Edelberto Torres Rivas. A lo largo de su ponencia, Schwartz detalló cómo la lucha contra la corrupción, paradójicamente, ha servido de catalizador para una nueva ola de autoritarismo: “los casos de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua lo demuestran con crudeza”, señaló la experta.

De las expectativas rotas a los autoritarismos consolidados

Para Schwartz, el caso guatemalteco fue especialmente ilustrativo: la creación de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) logró, junto al Ministerio Público, procesar a altos funcionarios e incluso tumbar un gobierno. Pero esa ofensiva contra la corrupción desató la reacción de las élites, que cooptaron el aparato judicial para perseguir a fiscales, jueces, periodistas y activistas. “El mensaje fue claro: sacrifiquemos la institucionalidad, resguardemos la impunidad”, sentenció Schwartz.

En Honduras, una oleada de escándalos de corrupción fue enfrentada con reformas que blindaron a los responsables. Mientras El Salvador, bajo el mando de Nayib Bukele, ha transitado de una democracia partidista a un régimen de excepción, con más de 80 000 personas detenidas y apresadas, y un proceso de reelección inconstitucional.

Por su parte en Nicaragua, el control absoluto del aparato estatal por parte del régimen Ortega-Murillo ha producido violaciones masivas a los derechos humanos, en un modelo que las Naciones Unidas han comparado con el régimen nazi, adujo la especialista.

¿Está Costa Rica al filo del despeñadero?

Este congreso puso sobre la mesa una pregunta incómoda para el país anfitrión: ¿es aún una excepción en este panorama? La tradición democrática costarricense, su robusta institucionalidad y su cultura cívica han sido, por años, motivo de orgullo; pero la región cambia y arrastra consigo dinámicas que desafían esa excepcionalidad.

Los discursos que se escucharon durante el congreso coinciden en señalar que la resistencia está en el conocimiento crítico, en la capacidad de las universidades públicas para generar pensamiento, y en la construcción de ciudadanía informada.

“El modelo eficiente que implicó que los pueblos se resignaran a democracias débiles ya no se puede sostener”, concluyó Schwartz.

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La investigadora Rachel Schwartz, advirtió sobre la extensión del autoritarismo dentro de las democracias centroamericanas, y la alianza entre las élites políticas y económicas para que la corrupción quede impune.Foto: Laura Rodríguez.

El Instituto de Investigaciones Sociales nació en 1975, en plena efervescencia de la política regional. Su trayectoria lo ha consolidado como un referente de pensamiento interdisciplinario y de compromiso social. Hoy, cuando la región vuelve a oscilar entre la esperanza y el abismo, el IIS reafirma su papel como plataforma de análisis, denuncia y propuesta.

Celebrar sus cinco décadas no es sólo mirar al pasado con gratitud, sino también defender su futuro. “No es tiempo para claudicar”, dijo la Dra. Avendaño; “Es tiempo para reafirmar que otro conocimiento es posible, y con él, otra Centroamérica”.

El conocimiento riguroso, el pensamiento crítico y la resistencia desde la academia siguen siendo, quizás, la mejor esperanza para los países de la región.

Centroamérica: una historia de revoluciones

El 50 aniversario del IIS se convirtió en una oportunidad para replantear narrativas, cuestionar certezas y mirar con nuevos ojos el pasado traumático y esperanzador que vivió Centroamérica durante los años setenta y ochenta.

Y es que, durante esos años convulsos, el istmo fue el epicentro de guerras civiles, revoluciones, dictaduras militares y profundas movilizaciones sociales. Fue también el objeto de obsesión de las grandes potencias, especialmente Estados Unidos, y el escenario donde se proyectaron las tensiones ideológicas de la Guerra Fría.

Pero también fue el lugar donde nacieron proyectos utópicos, se tejieron solidaridades globales, y donde los pueblos intentaron, con todas sus fuerzas, transformar su destino.

“Fue una época de sueños desbordados, de grandísimas ideas, de la sensación de que todo era posible”, afirmó el historiador nicaragüense Dr. Mateo Jarquín Chamorro, durante su conferencia en el acto de clausura del congreso. Su análisis de la revolución sandinista en Nicaragua, y de los procesos paralelos en El Salvador y Guatemala, trajo al presente los matices y contradicciones de aquella época.

En Nicaragua, la caída de la dictadura de los Somoza en 1979 marcó un antes y un después. El proyecto sandinista aspiraba a una redistribución radical de la riqueza y a la creación de un nuevo sujeto político, el “hombre nuevo”, influido por las ideas de justicia social y solidaridad internacional, recordó Chamorro. Pero el sueño fue asediado desde dentro y desde fuera.

A nivel interno enfrentó dificultades para consolidar una democracia revolucionaria, y a nivel externo fue atacado por la política intervencionista de Estados Unidos que apoyó a la llamada contra con millones de dólares, armas y asesoría.

“Las revoluciones centroamericanas no lograron imponerse militarmente, ni transformar por completo las estructuras sociales. Pero tampoco los sectores conservadores pudieron restaurar el viejo orden. Quedamos en una especie de empate amargo”, expresó Jarquín, en mención del politólogo argentino Carlos Vilas.

En El Salvador y Guatemala, la historia fue aún más sangrienta, dijo este experto. Años de represión militar, desapariciones forzadas, masacres y desplazamientos marcaron a generaciones enteras. La Guerra Civil salvadoreña (1980-1992) y el Conflicto Armado Interno guatemalteco (1960-1996) dejaron más de 300 mil muertos y un legado de dolor que todavía atraviesa las sociedades de esos países.

En la otra acera, Costa Rica se posicionó históricamente como el país “excepcional” de Centroamérica: una democracia sin ejército, con inversión sostenida en salud y educación, y con estabilidad política. Sin embargo, como advirtieron las autoridades universitarias durante el Congreso, esta narrativa ha sido usada para invisibilizar tensiones internas y desentenderse de los destinos compartidos con el resto de la región.

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La inauguración y la clausura del Congreso en conmemoración por los 50 años del IIS UCR se realizaron en el Auditorio de la Plaza de la Autonomía, el 14 y el 16 de mayo. Foto: Laura Rodríguez.

La Dra. Vivian Vílchez Barbosa, directora de Gestión de la Investigación de la UCR, hizo un llamado a desmontar esa idea de excepcionalidad desde la investigación crítica.

“Ponerla en duda no es una tarea menor, implica confrontar nuestros relatos fundacionales y asumir con honestidad que compararnos con nuestros vecinos no puede ser el único espejo. Necesitamos una lógica regional, interdependiente, compleja y solidaria”, apuntó Vílchez.

Por su parte, el Dr. José Moncada Jiménez, vicerrector de Investigación advirtió sobre los riesgos de persistir en esa imagen complaciente. “La narrativa de la excepcionalidad ha atenuado las desigualdades históricas, las exclusiones y la crisis democrática que también nos afectan. El conocimiento crítico, el compromiso social y el diálogo regional son claves para avanzar”, reseñó Moncada.

Entre la centralidad geopolítica y la marginalidad global

Uno de los aportes más sugerentes del Dr. Jarquín fue la idea de que Centroamérica, a pesar de su importancia geoestratégica, ha sido históricamente marginada en el sistema internacional.

A lo largo del siglo XX, fue escenario de intervenciones extranjeras, desde el canal de Panamá hasta las “repúblicas bananeras”, pasando por el golpe de Estado en Guatemala en 1954 apoyado por la CIA.

Pero en los años 80, según Jarquín, ocurrió un fenómeno inédito: Centroamérica se convirtió, simbólicamente, en un campo de batalla ideológico global. Nicaragua fue el centro de la política exterior estadounidense bajo la administración de Ronald Reagan, y también el símbolo de una causa revolucionaria que movilizó a miles de internacionalistas, desde Europa hasta Asia.

“Las guerras en Centroamérica atrajeron más atención mediática, diplomática y académica que en cualquier otro momento de la historia de la región. Pero esa centralidad fue efímera y regresamos pronto al olvido”, lamentó el historiador.

En este contexto, el Instituto de Investigaciones Sociales ha desempeñado un papel clave como espacio de memoria, reflexión y acción crítica. Durante sus 50 años de existencia, el IIS UCR ha producido conocimiento comprometido con los derechos humanos, la equidad y la justicia social, y además ha documentado las voces silenciadas por la violencia, ha acompañado procesos comunitarios, y ha tejido puentes entre la academia y la sociedad.

“La investigación social, como el cuidado en salud, implica ver lo estructural, lo invisible, lo que duele, pero también lo que da esperanza”, reflexionó la Dra. Vílchez, retomando su formación como enfermera para subrayar el carácter transformador de la investigación.

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En el 50 aniversario de la creación del IIS UCR, se dispuso una serie de mesas de discusión, como por ejemplo la denominada Desigualdad, trabajo y dignidad en América Central, que se desarrolló en las instalaciones del Instituto. Foto: Laura Rodríguez.

¿Cuál es la Centroamérica queremos?

Los conflictos armados de las décadas pasadas dejaron cicatrices profundas, pero también enseñanzas. Las generaciones nacidas después de la guerra, como la del propio Jarquín, cargan con las deudas de ese pasado, aunque no lo hayan vivido directamente, indicó este historiador.

Las revoluciones se convirtieron en iconos, las utopías se desdibujaron y en su lugar quedó una región desigual, empobrecida y en muchos casos gobernada por nuevas formas de autoritarismo.

Aun así, desde los espacios académicos, comunitarios y culturales, se siguen abriendo caminos para imaginar una Centroamérica distinta. “Hoy más que nunca necesitamos una ciencia social comprometida, capaz de dialogar con otros saberes, de no temerle a la complejidad, y que se atreva a soñar futuros distintos”, subrayó finalmente Jarquín.

El congreso Excepcionalidad en duda: Costa Rica en la Centroamérica del 2025, no fue solo una mirada al pasado, sino, además; una invitación al estudio del presente y del porvenir. En un contexto de crisis climática, migraciones masivas, violencia estructural y debilitamiento democrático, la región centroamericana enfrenta desafíos monumentales, pero también cuenta con una historia de resistencia, creatividad y solidaridad.

Otto Salas Murillo
Otto Salas Murillo
Periodista Oficina de Comunicación Institucional
Área de cobertura: Facultades de Ciencias Sociales y Educación
otto.saltsntasmurillo  @ucreqer.ac.cr

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