Este espacio, que es parte del curso de Externado Clínico (sigla O-6004), lleva por nombre “Clínica Odontológica de la Persona Sana” y está ubicado en el Centro de Educación Especial Santa Ana (Ceesa), gracias a un vínculo con el Ministerio de Educación Pública (MEP). Su apertura se da en el momento justo.
De acuerdo con la Dra. Cristina Barboza Solís, directora del Departamento de Odontología Social de la Facultad, este nuevo espacio de atención le permite a las y los estudiantes de la UCR completar su formación académica, mientras apoyan a una de las poblaciones históricamente más vulnerables del país y que, en muchas ocasiones, ha sido excluida de las atenciones que debería proveer el sistema de salud pública costarricense.
“¿Por qué estamos en este centro en particular? Porque aquí vienen muchas personas con alguna situación de discapacidad cognitiva o física y problemas de conducta. Esto lo convierte en el escenario ideal. Nosotros, desde la UCR y como una forma de tratar de solventar y mejorar el acceso a la salud bucodental, les damos prioridad a estas poblaciones que han sido históricamente olvidadas. Es parte de los principios humanistas y parte de las razones de ser de la Universidad de Costa Rica en cuanto a contribuir al bienestar social de las personas más vulnerables mediante la unión de la docencia, el servicio y la acción social, comentó la Dra. Barboza. En efecto.
La Dra. Andrea Garita Herrera, una de las docentes de odontología encargada de supervisar la atención clínica y la actividad educativa de la UCR en el Ceesa, ha presenciado de cerca como, para muchos niños y niñas, es la primera vez que ingresan a una clínica dental. “Nos hemos encontrado con que muchos no son atendidos en ningún lado, según nos cuentan los papás, o es la primera vez que vienen a una clínica. Por eso, se les suele ver algunas piezas con caries o, en otros casos, dañadas”, narró la especialista.
Tatiana Delgado Torres, madre de una de las estudiantes beneficiadas, es un fiel testigo de lo dicho por la Dra. Garita. Ella ha vivido de cerca lo que significa que su hija no pueda recibir un tratamiento por su condición, o bien, por el alto costo de los mismos. Tan solo una calza (o amalgama simple) tiene un valor de 24 000 colones, según los precios mínimos estipulados por el Colegio de Cirujanos Dentistas.
Por eso, no es raro que en tan solo los dos meses que lleva la clínica, los aportes se empiecen a ver reflejados en la vida de cada paciente que pasa por las manos de un estudiante de la UCR. Ellos y ellas, bajo la más estricta supervisión docente, realizan una labor loable en la cual combinan hasta siete años de aprendizaje, con la entrega y la calidez que todo futuro profesional de la salud debe tener.
“¿Qué le puedo decir? Tener el servicio de la UCR en la escuela ha sido un beneficio muy grande. Aquí le han podido calzar a mi hija Ester los dientitos, algo a lo que antes no teníamos acceso por los precios altos. Además, mi hija es autista y tiene hemiparesia, eso hace que se le dificulte el movimiento de la mano. Las dentistas de la UCR tomaron mucho tiempo para explicarle a ella, algo que nadie más hizo. Ahora Ester, que antes no se cepillaba los dientes sola, llega a la casa y se los lava tres veces al día. Este servicio de la UCR ha sido una total bendición”, compartió Tatiana.
Bueno, primero que nada, agradecer más bien la la la labor que realiza la UCR con esta iniciativa de poder abrir un pequeño este consultorio dentista. La verdad que mi hija se siente muy contenta porque le calzaron una muelita y le hicieron una limpieza dental. La atención ha sido muy bella, muy linda, muy dedicada y con mucha atención. Siento que son un profesionales de mucha calidad y, diay, contentísimo de esta iniciativa que tiene la UCR aquí.
Esta no es la primera vez que la Facultad de Odontología de la UCR trabaja para personas con discapacidad. En la actualidad hay tres externados clínicos de su tipo. Uno está en el Centro de Educación Especial de la Pitahaya, Centro de Enseñanza Especial Carlos Luis Valle Masis; otro en Turrialba y uno más en el Centro Nacional de Rehabilitación (CENARE).
Con esta nueva clínica, ahora la UCR contabiliza 17 espacios odontológicos distribuidos en todo el país donde han pasado más de 1 500 estudiantes en los últimos cinco años.
El nombre “Clínica Odontológica de la Persona Sana” es un esfuerzo más para romper paradigmas. “Las personas nacemos sanas y nuestra idea es poder mantenerlas sanas. Eso es lo que tiene que pensar un profesional en odontología y no vivir de la enfermedad”, puntualizó la Dra. Barboza.
Laura Rodríguez RodríguezAtender a personas con discapacidad requiere, de manera obligatoria, un abordaje muy personal. Esto es aún más importante cuando se habla de la población infantil, pues cada persona es única al igual que sus condiciones.
Por eso, las y los estudiantes (así como su personal docente) se toman su tiempo para hacer algo que pocas clínicas en el país realizan: conocer a la persona y adaptar la forma de atención según las características particulares de cada niño o niña.
“En definitiva, el abordaje va a cambiar de acuerdo con la condición que esté presente en la persona menor de edad. En muchos casos, la atención es igual porque el tipo de discapacidad lo permite. Sin embargo, hay otras condiciones que sí hay que tener un poco más de precaución al momento de la atención. Entonces, es ir conociendo el manejo de la parte conductual en ciertos casos y en la parte médica con mucha sensibilidad”, argumentó la Dra. Garita.
Las y los estudiantes se han caracterizado por su gran ingenio. Maria Angélica, estudiante de último año de la carrera, comentó que una vez ella tuvo que hacer la mímica de limpiarle los dientes al hipopótamo de peluche que llevaba un pequeño. Así, el niño logró tener confianza y aceptó recibir la atención. En la fotografía están tres docentes: la Dra. Chaves, la Dra. Rojas y la Dra. Garita.
Laura Rodríguez RodríguezMaría Angélica Jiménez Rivera y Luis Umaña Valverde, estudiantes de último año de la carrera, perciben lo mismo. Ellos fueron los primeros estudiantes en rotar en esta clínica y los dos describen su experiencia mediante una única palabra: “inigualable”. Los motivos sobran.
“Como estudiante, el contacto con la población con discapacidad es algo que no había podido llevar antes en la Facultad. Por lo tanto, el poder tener esta experiencia y la oportunidad de conocer las técnicas y el manejo del paciente que nos están enseñando es sumamente enriquecedor. Hemos logrado ampliar ese conocimiento, conocer cómo abordar a este tipo de población y que, cuando ya estemos trabajando, sepamos cómo atenderlos adecuadamente”, dijo Luis Umaña.
María Angélica no dista del criterio de su compañero. “Llegar acá y conocer a estos chicos y chicas ha sido impresionante. También, lo que nos cuentan los papás. Muchos nos han dicho que nunca le habían podido lavar los dientes a su hijo, pero ya con nosotros pudo. En otra ocasión nos dijeron que su hijo nunca se había dejado atender por alguien, pero por nosotros sí. Esto es muy gratificante, porque ahí uno nota que estamos haciendo algo bien y que nos están enseñando bien”, afirmó.
“La parte educativa es sumamente importante porque si, por ejemplo, arreglamos un diente con caries y lo rehabilitamos, al tiempito va a llegar igual o peor porque no le enseñamos a la persona cómo mantener su salud oral. Por eso, este eje es fundamental”, dijo la Dra. Garita.
En ese aprendizaje, lleno de carisma y dedicación, las y los jóvenes pasan de la teoría a la práctica para terminar de reforzar sus habilidades clínicas y, de manera adicional, estrategias relacionadas con la modulación de la conducta, mecanismos de limitación física para proteger al paciente si este realiza movimientos inesperados, así como indicaciones a la madre o el padre para que también sean partícipes en la sujeción manual.
“Esto es muy rico en términos de proceso de enseñanza-aprendizaje y muy pocas veces se vive. En la Facultad se da la teoría, pero aquí llegan y completan esa parte de la formación que es sumamente valiosa”, comentó la Dra. Cristina Barboza Solís. El joven Luis Umaña opina algo similar.
“No es hasta cuando uno tiene el paciente al frente que termina de aprender. A mí me tocó trabajar con una pacientita no vidente. Al darme cuenta de que ella tiene la audición más desarrollada y el tacto, tuve que adaptarme para explicarle, darle las cosas para que tocara las texturas e irle diciendo todo lo que estoy haciendo. Eso es algo que a veces en la Facultad se menciona, pero que uno no puede llevarlo a cabo hasta que está con el paciente. Aquí nosotros aplicamos una técnica: mostrar, decir y hacer. No podemos llegar a decirle al paciente ¡siéntese! El chiquito tiene que saber primero que se le va a hacer”, ahondó Umaña.
“Algo que nos inculca siempre la Facultad es que estamos trabajando con personas, no con dientes. Uno siempre debe mantenerse con sus principios, con sus valores y con su ética. Todo el aporte que damos no es solo para graduarnos, sino porque mañana atenderemos a las personas y se debe hacer desde una perspectiva integral. El paciente es lo primero”, reafirmó María Angélica.
"La parte de que el paciente tiene que sentir todo primero. Decirle vea, toque, cómo se siente esto. Vea, primero vamos a pasar la gasa por la carita para que vea cómo es. Después, lo vamos a meter en los dientes. El modelar, que si trae un juguetito, bueno, entonces limpiemos los dientes al juguetito y después a usted, pero que se dejen.
La parte de que tal vez el paciente está inquieto, pero por su misma discapacidad. Nosotros dentro de la Facultad siempre tenemos pacientes sin discapacidad. Entonces, es muy diferente el manejo y cómo sabe uno que puede controlar la conducta de un paciente sin discapacidad a un paciente con discapacidad.
Esa parte también que los papás le expliquen a uno como él entiende mejor. Tenemos, como dice la doctora, la mayoría que hemos atendido son pacientes con TEA. Entonces, entender eso de las texturas, de qué tal sabor no o que tal textura no le gusta. También, que se puede sentir incómodo con la luz o los sonidos. Entonces, son cosas que uno tiene que tomar en cuenta que a veces uno no piensa que son como esenciales, pero acá todo todo cuenta.
Uted le enseña al chiquito hasta el algodón o el espejo que son cosas que uno no esperaría que tiene que hacer, pero acá uno aprende que es esencial. O sea, el chiquito tiene que saber primero que se le va a hacer y después lo hacemos".
“Esta experiencia nos ha marcado en todo sentido. Atendimos a una pacientita no vidente y otra de ocho años a la que le tuvieron que dar un medicamento durante la consulta mediante una sonda nasogástrica. ¡Jamás habíamos visto esto! Hay muchos niños y niñas en sillas de ruedas o personas con el espectro autista. Estar aquí nos sacó de nuestra burbuja y nos dimos cuenta de muchas realidades a la que nosotros no estamos acostumbrados. Cada paciente con el que hemos estado nos ha marcado de una forma incomparable; todos, en general”.
María Angélica Jiménez Rivera y Luis Umaña Valverde, estudiantes.
Fotografía de Jenniffer Jiménez.
Actualmente, los servicios que brinda la clínica de la UCR en el Ceesa son procedimientos restaurativos, (calzas), limpiezas dentales, raspados y alisados (tratamientos para la gingivitis y periodontitis), exodoncias, coronas de acero cromado y pulpotomías (tratamiento que se realiza cuando la caries está muy próxima a la pulpa del nervio dental).
De igual forma, se realizan radiografías para el diagnóstico y, el más importante de todos: promoción de la salud y prevención. Todos estos servicios son costeados por la Universidad de Costa Rica, de manera que la persona no debe pagar ni un colón.
“Si bien la atención clínica es importante, quiero enfatizar que en nuestro programa la parte educativa es básica. Haremos las restauraciones que necesita el paciente, pero la prevención es la prioridad para nosotros, porque nuestro ideal es que toda persona aquí atendida llegue a tener una condición bucodental sana para toda su vida”, dijo la Dra. Adriana Rojas, coordinadora del curso de Externado Clínico que se ubica en el Ceesa.
Para cumplir con dicho objetivo, la clínica de la UCR en el Ceesa labora de lunes a viernes de 7:00 a. m. a 12 m. y los martes hasta las 3:00 p. m. con dos estudiantes que se van rotando cada dos meses. La idea es beneficiar a la mayor cantidad de usuarios posibles, así como permitir que un número importante de alumnos y alumnas de Odontología puedan tener la experiencia de rotar en este lugar.
Por día, se calcula que se atiende entre tres a cuatro pacientes, quienes van desde los 0 a los 21 años. No obstante, también proporcionan atención a los padres o encargados de familia, al personal docente y administrativo, a fin de generar un entorno cómplice educado en salud oral.
“Aquí no solo se trata de la población colegial, escolar o la preescolar, sino también todo el proceso educativo. Si las personas interiorizan el porqué es importante la salud bucodental, van a poder ayudar a otras personas a mantener su salud bucodental y, además, que se vuelvan agentes multiplicadores de este mensaje de salud, señaló la Dra. Marianela Chaves, docente en el Departamento de Odontología Social.
El CEESA posee una población estudiantil cercana a los 190 niños, niñas y otros menores a los 21 años. Se planea que todos puedan recibir los servicios.
Aunque no hay un tiempo definido de duración de la alianza, el vínculo en estos momentos se está fortaleciendo mediante un convenio UCR-MEP, a fin de formalizar aún más la unión entre ambas instituciones y alcanzar una presencia a largo plazo.
Justo por eso, y como parte de esos esfuerzos, se proyecta que para el 2023 se puedan recibir a los hermanos y a las hermanas de los estudiantes (menores de 12 años) y abrir el espacio para las personas con discapacidad de la comunidad sin que sean estudiantes activos del Ceesa.
“Nosotros estamos muy abiertos a recibir esta población porque la forma en cómo nosotros atendemos a las y los pacientes es lo que hace la riqueza de la persona estudiante. No creemos en un profesional de odontología encerrado en las cuatro paredes haciendo solo atención bucodental. Nosotros formamos futuros profesionales integrales con alta capacidad resolutiva en diferentes situaciones, pues cada persona, en sí misma, es un contexto social, socioeconómico, físico y biológico que amerita ser contemplado”, mencionó la Dra. Barboza.
Giovannina Castro Dato, directora del Ceesa, indicó explícitamente que la principal expectativa que ahora tienen con la UCR es “sacarle el jugo”; es decir, que todas las personas usuarias y estudiantes tengan acceso al servicio y al proceso de formación en cuanto a la prevención.
“Es una gran alegría tener, a muy corto plazo de la inauguración del centro, instalaciones nuevas para poder contar con un servicio de esta magnitud y con la trayectoria que caracteriza a la Universidad de Costa Rica. Esto es un apoyo más a la población con discapacidad que tanto lo requiere. La idea es ir creciendo también con ellos en todos sus procesos de vida y que esto sea parte de su formación. Esperamos que la UCR no se vaya nunca porque estamos muy contentos. Además, ya tienen la agenda llena y con esto nos damos cuenta que están haciendo un buen trabajo”, avaló Castro.
“La acogida ha sido espectacular, completamente maravillosa, y eso hace que queramos dar el 100 % de éxito en ese sentido”, concluyó la Dra. Marianela Chaves.
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