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Entre líneas

Entre el deseo insaciable y lo efímero de la vida

La poesía de Jorge Chen Sham
29 jun 2021Artes y Letras

Jorge Chen Sham
Como docente de la Escuela de Filología, Lingüística y Literaratura, Jorge Chen Sham ha sido reconocido como académico destacado por el Consejo Universitario en tres ocasiones. Anel Kenjekeeva
Aunque se autodefine como “chino por los cuatro costados”, Jorge Chen Sham reconoce que hay muy poco de sus raíces cantoneses en su poesía, género literario por el que se inclinó desde su adolescencia, pero que desarrolló hasta pasados sus 45 años, momento en el que estalló algo en su interior producto de una experiencia vital.

“Esta palabra es mía” hace un recorrido “Entre líneas” por sus cuatro poemarios: “Nocturnos de mar inacabado”, “Conjuros del alba”, “Por Costa Rica de viaje: sus trípticos” y “Frágil y efímera”, todas ediciones del Sistema Editorial y de Difusión de la Investigación (Siedin) de la Universidad de Costa Rica.

-¿Por qué escogió la ruta de la poesía para expresarse?

-JCS: A mí me gustó siempre la literatura, y no porque no fuera bueno en matemáticas y ciencias, esa es mi veta china. Era muy bueno en matemáticas, en ciencias y en física. Lo que pasa es que, al mismo tiempo, también llevaba la opcional de literatura en el colegio, lo cual permitía comulgar perfectamente esas dos facetas. Ahí empecé a escribir mis primeros versos, en el Colegio Diurno de Limón. Pero, después fueron engavetados por muchos años. Algunos salieron a relucir en mi segundo libro “Conjuros del alba”.

¿Por qué la poesía? Porque cuando entré a filología me di cuenta que era lo mío. Mis profesores en aquel momento me decían que yo tenía “paleta” para esto. Entonces, incentivado y estimulado por los profesores, seguí la línea de la crítica literaria, de los estudios literarios y, por supuesto, en la faceta de la creación, la fui escollando, en el sentido de que la fui engavetando hasta que, en algún momento determinado, después de más de 30 años de lecturas y de crítica de poesía, surgió el momento para publicar y para empezar a escribir.

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Aquello que a uno le decían que la literatura es tabla del salvación y que, en medio de las vicisitudes, es catarsis, es cierto. Lo que pasa es que eso también puede, de alguna manera, ser una muletilla, una frase hecha, si no tiene un contenido y una experiencia vital de por medio. Mi experiencia vital sucedió a los 46 años, a esa edad algo se destapó y empecé a escribir de nuevo. De tal manera que, en la presentación de mi primer poemario, uno de mis colegas me presentó como un poeta joven de 48 años, cuando ahora los muchachitos y las muchachitas están con esa aprehensión de verse y publicar rápido. Pero, no. Yo le digo a mis estudiantes que lo primero que hay que hacer es leer de todo. La experiencia lectora es importante para que haya un trasfondo y una médula en lo que vos escribís, porque, si no, resulta un texto posintelectual y se vuelve evidente la falta de lectura seria y profunda, sobre todo de la tradición poética occidental y mundial. El poeta debe ser, primero que todo, un buen lector. Y, si conoce un poco la técnica y los trasfondos, mucho mejor todavía. Para eso están los talleres, para que en la crítica y en el trabajo colectivos se pueda depurar.

 

Nocturnos de mar inacabado

 

-A propósito de su primer poemario “Nocturnos de mar inacabado”, ¿cuál es la función de la poesía erótica en un mundo y en una época donde se han sobreexplotado los sentidos?

-JCS: Eso tiene que ver, precisamente, cómo entiende uno la función de Eros o, en general, lo que es el amor, sobre todo cuando tenemos una larga tradición que se remonta a los griegos en relación con el amor y la guerra. Esos son los dos grandes temas en Homero, que es el fundador de nuestra tradición occidental. En Homero lo que está es la guerra y el amor y, por consiguiente, esos dos polos son los que generan un libro como La Iliada y luego La Odisea.

-¿Qué pasa con nuestra tradición amorosa? Están los modelos. Pero, uno no va a escribir de forma trasnochada al estilo sentimental de ese romanticismo de Becker, ya no se puede escribir de esa manera, porque sería una burda y simple imitación.

-JCS: En este primer libro, efectivamente, hay un hay un elogio de la lectura. Ahí están la lectura, sobre todo de poesía y de la tradición que a mí me interesa. A veces están expuestos de forma consciente porque se trataba de hacer un juego con la tradición. Ahora bien, no vas a “imitar” o a parafrasear, se trataba de que eso no se viera tan fácilmente, que solo alguien avezado, perspicaz, viera el entramado, viera lo que está oculto, porque hay algunos poemas donde, efectivamente, eso se trasluce, porque yo, abierta y conscientemente, he puesto un epígrafe, por ejemplo.

Entonces, hay algunos poemas en donde la relación con otros poetas o con otros textos está claramente establecida en en sentido de que es un juego, una tradición. Pero, nunca es una copia. Del barroco, del romanticismo y de las generaciones del 14 y del 27 españoles, ahí están presentes. La relación se puede captar hasta en los mismos títulos. Por ejemplo, algunos son en homenaje a un poeta específico, como Pedro Salinas. Hay epígrafes de Sor Juana Inés de la Cruz y de obras del teatro romántico español porque quiero establecer relaciones.

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“La poesía es un género donde me siento en el agua, me siento bien, me llena intelectual y humanamente”.
Jorge Chen Sham

¿La tradición amorosa? Sí, pero hay que darle un toque nuevo e inédito y eso es muy difícil, no es tan fácil. Pero, ¿qué es lo importante? Cómo se trabaja la imagen porque la poesía es, sobre todo, imágenes. Y las imágenes se captan con los cinco sentidos, independientemente de lo que algunos propugnan de una poesía muy chabacana, muy prosaica, la poesía muy al estilo conversacional de los años sesenta, como la de Ernesto Cardenal. Está bien, está eso. Pero, siempre hay una primacía de la imagen y que las palabras deben sugerir, evocar algo. Eso es importante en la poesía siempre y está desde principio de los tiempos, cuando la poesía se relacionaba con los arcanos del espacio de lo sagrado, porque la poesía occidental, como la del cercano oriente, toda tiene una raigambre religiosa, en el sentido etimológico de ligarse. Religión viene de “religare”, que significa “unirse con”. Usted puede unirse con la amada, pero usted puede unirse con la divinidad, son dos facetas del mismo fenómeno, de Eros, de lo amoroso.

En este poemario hay una búsqueda de una unión o una unión que es efímera, elusiva, y que en muchos de esos poemas hay un “yo poético” que salva la relación de los amantes, del acoplamiento de una pareja. Esa pareja ahí está. Algunos hablan de elementos homoeróticos, pero el cuerpo está ahí, depende de cómo usted ve ese cuerpo o cómo una los elementos de ese cuerpo. Eso se lo dejo al lector.

-¿Este deseo del que habla en su poesía es insaciable y eterno?

-JCS: El deseo siempre insaciable por naturaleza porque, según la mitología griega, fue inventado por los dioses como castigo para los hombres. Al fin y al cabo, eso también está en el Génesis. Es decir, el deseo tiene que ve con la búsqueda de la perfección, algo que siempre está en camino. Entonces, el deseo es esa búsqueda como parte de la condición humana, es decir, de nuestra condición finita, mortal.

-¿Podemos decir que el deseo es necesario para la vida?

-JCS: Eso es parte de Eros. Así es como lo ve Platón en sus dos diálogos, tanto en El Fedro como en El Banquete. Platón habla de Eros como un impulso. Eros es posesión. Él habla de diferentes tipos de posesiones. Lo que pasa es que en El Banquete él habla de un determinado tipo de impulso de Eros que es el impulso perfectivo. Ese fue un castigo de los dioses porque crearon unos seres tan perfectos que eran andróginos. Entonces, los dioses, al ver que eran tan perfectos, los castigaron y los dividieron en dos. De manera que andamos buscando la otra mitad. Ese es el deseo.

-¿En qué punto el deseo deja de ser motor para la vida y se transforma en vehículo para la muerte?

-JCS: Es que está en relación. Eso lo ve Herbert Marcuse en un libro fundamental que habla del erotismo en relación con la pulsión de muerte y la pulsión de vida. Eros y Tánatos, así es como lo ve él, esa es la diferencia. En “Nocturnos de mar inacabado” el deseo también se ve como ese momento de muerte y esa relación que es efímera, porque no es perfecto.

-¿La palabra se agote frente al deseo?

-JCS: La palabra es una manera de exorcizar el deseo. La palabra no agota el deseo. La palabra la rodea, la combate, quiere conquistarla, pero no lo logra, porque el deseo es un impulso, y la palabra, como tal, lo que hace es acercarse a ella, tratar de controlarla por un momento, pero no. Si lo hace es por un momento determinado de fragilidad, nunca es posible para siempre. En ese sentido, la palabra es superada por el deseo. Por muy importante que sea la palabra para mí, no puede encasillar o enquistar o controlar el deseo. Solo lo intenta. Es como una carrera sin fin, por eso en nuestra tradición literaria y poética seguimos hablando del amor.

 

Conjuros del alba

 

-Siguiendo con el tema del deseo y pasando a su segundo poemario “Conjuros del alba”, ¿el deseo también se viste de conjuro?

-JCS: El conjuro tiene que ver con la magia la palabra. En todas las tradiciones mundiales la poesía nace siempre del espacio de lo sagrado. Es decir, la poesía nace como rito y ceremonia en los espacios de iniciación que tiene que ver con la divinidad. Hay otro camino que recorre la poesía que es el espacio de lo profano. Pero, la poesía desde el principio siempre se relacionó con lo sagrado, para acercarse a experiencias de éxtasis místicos que permiten relacionarse con la divinidad, que para Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, los dos grandes místicos de la tradición cristiana es una relación efímera.

Siempre he procurado acercarme a la trascendencia. Entonces, la palabra poesía sigue interpelándonos porque es una experiencia para trascender, tal vez no de una forma religiosa, pero sí una forma de trascender en el tiempo y por eso la gente escribe. No tiene que ser, necesariamente, una experiencia religiosa.

-¿El conjuro es una forma de controlar un deseo y de transformar una realidad?

-JCS: Sí, porque el conjuro siempre es transformador. Las palabras rituales que son parte de un conjuro, porque el conjuro tiene que ver con una cierta ritualidad y una cierta gestualidad, permiten crear una atmósfera, un entorno, para ascender. Aunque algunos no quieran reconocerlo porque consideran que esto es muy religioso o místico, siempre lo hacen a la hora de que escriben su poesía. Para eso escriben, para trascender.

Ahora bien, esa es una teoría. Pero, también está el conjuro en relación con lo lúdico, con el juego de las palabras y las palabras son mágicas. El conjuro para mí es mágico porque nos acerca a otra realidad inefable y alternativa, que es propio de la literatura y de la poesía. Por eso, para mí el conjuro es magia. No magia negra ni blanca. El conjuro es ese poder ascender y crear otra realidad alternativa. Por eso, en el poemario se pueden ver dos tendencias: una que es la relación del conjuro con la poesía, con el acto de crear, y la otra es la relación del conjuro con la divinidad. En la segunda parte del libro hablo abiertamente del libro de los Salmos, no para parafrasearlos, sino para ver la importancia que tiene el conjuro como oración.

-En esa línea de “magia que transforma una realidad”, ¿qué tipo de conjuros necesita nuestro mundo hoy?

Por Costa Rica de viaje: sus trípticos

-JCS: Si usted le pregunta a cualquier escritor ¿por qué escribe?, le va a contestar que se transforma cuando escribe. Ese transformarse es la magia del conjuro de la poesía. Lo que pasa es que no quieren reconocerlo porque piensan que lo religioso tiene que ver con la cuestión de la “pandereta” y del “aleluya”. Eso no es el sentido religioso profundo.

-¿Por qué insistir en exaltar la palabra en medio de una sociedad que ha endiosado a la imagen? Algunos defienden la tesis de que “una imagen vale más que mil palabras”.

-JCS: ¿Qué pasa cuando la palabra es imagen en sí? Eso es la poesía. La imagen despierta los sentidos, la imagen sugiere, porque en tanto representación implica un trabajo que, para algunos, la palabra no la tiene. Pero, están equivocados. Sí. Es cierto que las imágenes valen a veces más que las palabras, pero las palabras también están ahí para acoplarse a la imagen, por ejemplo en la literatura. Un buen escritor, como un buen poeta, trabajan la imagen y las palabras para que haya una aleación, como una aleación de metales. Eso es lo que se produce. Entre la imagen y la palabra se crea la literatura. Lo que pasa es que cuando hacemos esa diferencia entre imagen y palabra tendemos a perpetuar la idea de que la palabra es directa y unívoca, mientras que la imagen es lo contrario. Pero, depende.

-Hablando de imágenes y pasando a su próximo poemario “Por Costa Rica de viaje: sus trípticos”,el cual está lleno de imágenes,¿por qué usa la figura del tríptico propia de la pintura?

-JCS: Porque la relación es muy estrecha desde los griegos entre la poesía y la imagen. Para los griegos la poesía es como la pintura. Hay una equivalencia. Así como un pintor pinta con las formas y los colores, un poeta lo hace con las palabras. El mismo trabajo de artificio de creación lo hace el pintor y el poeta, trabajando diferente tipo de material.

Los trípticos hacen referencia a los trípticos de los retablos de las iglesias. Si uno va a una iglesia del barroco o del gótico en cualquier parte del mundo se va a encontrar en el altar mayor un tríptico, es decir, un panel de pintura o de las estatuas. Ya en la pintura del gótico se hacían trípticos: dos paneles laterales y uno central. Escogí esta figura para trabajar la cuestión plástica de la palabra. Para mí eso es esencial. De esta forma, la imagen me permite trabajar el poema en tres partes, en tres paneles, en tres secuencias. Considero que uno puede seguir trabajando la estructura poética.

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Se trata de un viaje por diferentes lugares desde el punto de vista de un sujeto enamorado del paisaje que descubre, de los olores, de los sabores de la gente, etcétera, pero que, al mismo tiempo, hace de su salvación un tríptico. Para mí es fundamental verlo de esa manera, para enfatizar la plasticidad y, en ese sentido, el trabajo de las imágenes. Y las imágenes tienen que ver con los cinco sentidos y su combinación. Por ejemplo, usted puede encontrar referencias al café recién chorreado de Cervantes o el que está dedicado a Puntarenas con el vigorón.

-Entonces, ¿podemos decir que este poemario está enfocado en abrirnos los ojos y refrescarnos la memoria por medio de la palabra?

-JCS: Sí. Pero, también que se trata de lugares conocidos por muchos. Usted ha ido al Paseo de los Turistas, como cualquier otro tico y se ha comido su churchill, su vigorón, ha pasado por los tramos de souvenirs, pero ahí está el detalle, es lo que yo palpo, observo veo, siento, y eso es lo que uno quiere transmitir precisamente. Es como antes, cuando uno pasaba por Cervantes de Cartago, sobre todo en tiempos donde verdaderamente llovía y se cubría de neblina. Uno lo que quería era bajarse para irse a tomar un café con una tortilla. Es un deseo y ahí están descritos una serie de platos de nuestra tradición. Uno de mis colegas de Estados Unidos cuando leyó el libro, lo primero que me preguntó fue ¿qué quiere decir gallo? Inmediatamente, supo que no se trataba del animal.

-¿Cómo se vincula este tercer poemario con los anteriores y con su más reciente obra?

-JCS: Este va por otra vía. Se trata de evolucionar y desarrollar otro estilo y otras imágenes, porque si uno hace lo mismo, también se aburre. “Por Costa Rica de viaje” se acerca mucho a “Frágil y efímera” porque se trata de cómo captar ese instante en el que uno está en el recorrido del Paseo de los Turistas. Tiene que ver con la temporalidad, se esfuma. En ambos estoy trabajando la noción de lo efímero, de lo que pasa. Claro, que en el último poemario lo efímero tiene que ver abiertamente con la condición humana, con la temporalidad y con la muerte. Se trata de hacer una reflexión a partir de situaciones en las que personas de mi entorno han muerto. Por eso digo que la poesía es catarsis y tabla de salvación, para encontrar remanso, tranquilidad, reflexión y meditación, por ejemplo en un tema muy acuciante y que se ha agravado en el último tiempo y es la sensación de sentirnos efímeros. Tiene que ver mucho con la elegía porque los poemas de muerte son poemas elegiacos, que tienden a la constatación de la muerte y a una reflexión sobre la condición mortal del ser humano.

Frágil y efímera

En “Por Costa Rica de viaje” está presente la fragilidad de que la experiencia es solo un instante. Eso es lo que quiero captar para encerrar en una cápsula ese momento privilegiado, como puede ser también la famosa serenata en Santa Cruz. No todo es biográfico y no todo sucedió como se describe en los poemas, sino que reuní momentos de diferentes vivencias biográficas que se amalgamaron muy bien en esa famosa serenata en Santa Cruz, por ejemplo.

-A propósito de “Frágil y efímera”, ¿tiene la muerte la última palabra?

-JCS: La última respuesta del ser humano sería la muerte. Lo que pasa es que los seres humanos queremos adelantarnos a ella para que no nos afecte. Pero la experiencia de la muerte está ahí, todos vamos a pasar por ella. Lo que pasa es que, ya sean los filósofos, ya sean sociólogos, ya sean los psicólogos y, desde hace mucho tiempo atrás, los poetas y narradores, ellos han intentado expugnar y tratar de acercarse a la experiencia de la muerte, ya sea como una condición real o ficticia. Para mí, como poeta, la muerte está ahí. De lo que se trata es de domarla un poco, tal vez, a partir de la palabra y de la imagen. Eso es importantísimo, independientemente de esa experiencia final que uno tenga.

-¿Podríamos decir que la muerte es la solución a los deseos inalcanzables de la vida?

Estoy trabajando un quinto poema en este momento con una posición más epidérmica a la muerte y se llama “Boleto ya comprado”, porque todos tenemos ese boleto ya comprado. Lo que no sabemos es en qué momento vendrá y, a menos de que tengamos un problema, no estamos pensando constantemente en ella.

-Entonces, ¿cómo debemos asumir nuestra existencia frágil y efímera?

-JCS: La filosofía ya nos da posiciones en relación con eso. Algunos dicen: una posición estoica, deje pasar las cosas, viva. O, deje pasar las cosas y viva el momento, como lo propone el carpe diem, viva hasta que se pueda. Otros dicen: no deje que la muerte lo afecte y despréndase de todo, la ataraxia. Los filósofos son de los que más han abordado esta cuestión. Pero, también la literatura. Hay grandes literatos, sobre todo en los siglos XIX y XX que han abordado esta cuestión de la finitud humana.

Una respuesta no le tengo. Yo tengo una muy personal: la muerte nos va a llegar a todos, ese es nuestro único puerto seguro. Pero, mientras tanto tenemos esta existencia que tenemos que vivirla de la mejor forma, con responsabilidad, con una posición ética, con un equilibrio. Pero, eso es muy personal.

El otro elemento que está presente en “Frágil y efímera” ligado a la muerte es la condición mortal y la enfermedad y el cuerpo que se deteriora.

-¿De qué manera su herencia cultural, tanto china como limonense, ha enriquecido su trabajo como escritor?

-JCS: No de forma tan directa. Tengo un poema en “Frágil y efímera” dedicado a mi padre. Es un duelo que me duró más de 20 años. Cuando escribí ese poema saldé las cuentas con mi padre, en el sentido de que uno se pone en paz y tranquilo. Los que lo han leído me han dicho que está bien el retrato de mi padre y el retrato de lo que es la ética del trabajo y el comportamiento colectivo dentro de la cultura china.

En relación con la cultura caribeña hay varios poemas ubicados en espacios caribeños, tanto en “Nocturnos de mar inacabado” como en “Por Costa Rica de viaje”.

-En Nicaragua la aprecian mucho, ¿cuál es su vínculo con el país vecino?

Aprendí a apreciar a Nicaragua en mi primer viaje en el año 98. Andaba con un grupo de alumnos de la Maestría en Literatura de la Sede de Occidente. Andábamos en un viaje de reconocimiento de la estela colonial y nos mostraron la bula del obispo de León dándole permiso a las parroquias de Costa Rica de venerar a la Virgen de los Ángeles. Entonces, para mí eso fue una iluminación, un descubrimiento. Ahí comprendí los lazos que nos unen a Nicaragua desde la Colonia. Nosotros pertenecíamos a las Diócesis de León y nuestros próceres e “hijos de buenos vecinos” estudiaban en la Universidad de León. Desde ese entonces sigo en contacto con Nicaragua y sigo de cerca lo que se publica allá y leo mucha poesía nicaragüense.

 

“Entre líneas” es una sección del proyecto Esta palabra es mía, un espacio de divulgación lingüística y literaria de la Oficina de Divulgación e Información de la Universidad de Costa Rica

 

Fernando Montero Bolaños
Fernando Montero Bolaños
Periodista, Oficina de Divulgación e Información
fernando.mogdurnterobolanos  @ucrinlu.ac.cr

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