La labor policial exige una preparación física superior que evite afectaciones en la salud y el desempeño en situaciones de alto riesgo.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.Imagine a una persona joven, entre los 20 y los 30 años, que entra a la Academia Nacional de Policía (ANP). Lo más probable es que, aunque presente una condición física que se pueda calificar como “regular” o “buena”, no alcance el rendimiento óptimo en diferentes variables de su cuerpo.
Así lo afirma la investigación “Estudio descriptivo sobre la condición física del estudiantado de la Academia Nacional de Policía de Costa Rica durante el periodo 2020-2021”, coordinada por Jorge Cervantes Sanabria, docente de Ciencias del Movimiento Humano de la Sede del Atlántico de la Universidad de Costa Rica (UCR).
En este análisis participaron 393 cadetes de la ANP (de ambos sexos y con una edad promedio de 25 años) y 79 oficiales masculinos activos de las operaciones especiales, a quienes se les evaluó su composición corporal y capacidades físicas, como fuerza de agarre, flexibilidad, salto vertical, agilidad, velocidad y resistencia anaeróbica y aeróbica.
Como resultado, la condición física del grupo de cadetes fue considerada “subóptima” (por debajo de los mejores estándares). Además, se detectaron importantes diferencias según la edad y el sexo. Por ejemplo, los hombres mayores de 30 años presentaron más niveles de grasa corporal y menor masa muscular porcentual que los más jóvenes.
En el caso de los integrantes de operaciones especiales evaluados, la aptitud física y motriz también está por debajo de los niveles óptimos. Asimismo, se evidenció que hay una disminución general en el rendimiento físico a partir de los 40 años.
De acuerdo con Cervantes, los hallazgos deben llevar a una concientización sobre la aptitud física del cuerpo policial en general, por dos razones: primero, por la propia salud de las personas que ejercen esta importante labor para la seguridad pública del país. Segundo, porque las exigencias y riesgos a los que están expuestos, cada día, requieren de una condición física excelente, por encima de los estándares físicos de la población en general.
De hecho, tanto a cadetes como a policías se les denomina en la literatura especializada como “atletas tácticos”, es decir, personas con un trabajo que les exige capacidades físicas elevadas para responder de forma adecuada a situaciones de emergencia, bajo condiciones impredecibles y de alta exigencia operativa.
A diferencia de un atleta común, el atleta táctico no busca una medalla, sino salvar vidas (incluida la suya) en situaciones de alto riesgo.
A lo anterior hay que agregarle un ritmo de vida trepidante, sobre todo en el caso de los policías de unidades especializadas. Por ejemplo, un día pueden estar en Limón y, al día siguiente, ser desplazados a Guanacaste.
Esas jornadas extenuantes, sumadas a factores como la alimentación y la falta de tiempo para prepararse físicamente, explicarían bastante por qué no se alcanzan los resultados óptimos. A todo lo anterior se le agrega, según Cervantes, que la idea de “atletas tácticos” es escasa en la autopercepción de las personas que integran los cuerpos policiales, lo cual afecta su preocupación individual por mejorar su estado corporal.
Finalmente, el investigador señala que una condición física subóptima podría impactar negativamente la salud ocupacional y acortar la vida útil funcional de cadetes y oficiales.
En cuanto a las medidas para responder a los desafíos de la forma física policial, el equipo investigador señala que se está en conversaciones con el Ministerio de Seguridad Pública para crear nuevos proyectos de investigación y de acción social que analicen los factores que inciden negativamente en el rendimiento físico y la salud de este grupo.
Con el fin de ampliar las repercusiones que tales resultados generaron en el Ministerio de Seguridad Pública, se contactó al vocero y contraparte de esta investigación en dicha cartera. Sin embargo, al cierre de esta edición fue imposible tener una respuesta por parte de su Departamento de Comunicación, encargado de autorizar la entrevista.
La preocupación por mejorar el estado físico de los futuros cuerpos policiales del país también llegó a la Asamblea Legislativa. Así lo pretende una reforma a la Ley N.o 10159, que busca el establecimiento de requisitos más estrictos para aplicar a las personas aspirantes a la policía regular y judicial.
Este proyecto de ley, impulsado por la diputada del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) María Marta Carballo Arce, busca que la prueba de aptitud física signifique el 25 % del total de la evaluación que se le realiza a cada integrante de estas entidades, la cual será aplicada y evaluada por una persona profesional en Ciencias del Movimiento Humano. También se contempla que los ítems por evaluar varíen según la edad del individuo.
Además, la iniciativa pretende autorizar las alianzas público-privadas con las instancias policiales para tener mejores oportunidades de acondicionamiento físico y mejora nutricional. A la vez, pretende que cada policía disponga de una hora al día para realizar ejercicios.
“Este proyecto busca garantizar que quienes nos cuidan estén en una mejor forma física para enfrentar el crimen. En medio de una crisis de seguridad sin precedentes, es indispensable fortalecer nuestra fuerza policial, no solo con recursos, sino también con condiciones óptimas para el cumplimiento de su deber. Promovemos así un estándar de rendimiento físico obligatorio, porque prevenir y combatir la delincuencia requiere de oficiales ágiles, preparados y eficientes”, afirmó Carballo.
Esta reforma tendría efecto solo para las personas que integren los cuerpos policiales luego de aprobarse este proyecto de ley. El texto aún se encuentra en trámite en el Congreso.