Desde el año 2015 la Universidad de Costa Rica reconoce el esfuerzo de distintos miembros de la institución por su apoyo a la comunidad estudiantil, a la misión formadora de profesionales, a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación, a la gestión administrativa y a la relación con la sociedad para el logro del bien común.
En esta ocasión se entregaron cinco reconocimientos a la labor en las distintas áreas sustantivas del quehacer universitario.
La Dra. Yamileth Angulo Ugalde, rectora en ejercicio, destacó que tanto las personas como las unidades que este año recibieron la medalla comparten no solo una robusta trayectoria si no su real compromiso con la UCR.
“Tener la oportunidad de reconocer el trabajo que, a diario, realizan las y los funcionarios y estudiantes de la UCR, es de enorme valor simbólico, pues se premia la trayectoria y la dedicación con la que ellas y ellos se han dedicado al progreso institucional y a la defensa de sus principios y visión”, resaltó Angulo.
La Dra Mavis Montero Villalobos, docente e investigadora de la Escuela de Química fue galardonada por la misión formadora de nuevos profesionales, desde una perspectiva humanística y de excelencia.
Por potenciar el papel del estudiantado como un elemento vital, mediante iniciativas dirigidas a mejorar la equidad en el acceso y la permanencia a la educación superior, se entregó la medalla institucional a la Unidad de Estudio y Asesoría de la Vicerrectoría de Vida Estudiantil.
Asimismo, por la relación y fortalecimiento del vínculo universidad-sociedad para el logro del bien común se destacó la labor que realiza el Dr. Carlos Sánchez Avendaño de la Escuela de Filología, en el rescate de las lenguas, las tradiciones orales y la cultura de distintos pueblos que habitan en nuestro país.
Por su parte, se le concedió esta distinción al Dr. Carlos Sandoval García, profesor e investigador de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva y del Instituto de Investigaciones Sociales, por la generación de conocimiento mediante investigación social rigurosa y humanitaria.
De igual manera, por la proyección de la UCR a través de una gestión administrativa al servicio de la academia y la sociedad se le otorgó el galardón a la Oficina Jurídica.
La Sede de Occidente la recibió con el bloque común de Biociencias, antes de que sus estudios en Química la llevaran a trasladarse a la Sede Rodrigo Facio. Esta disciplina le brindó la posibilidad de aprender en laboratorios y explorar su creatividad, cual alfarera, al entender el funcionamiento de diversos compuestos en sus formas más elementales.
La investigación en química inorgánica – que, entre otros reconocimientos, le concedió el Premio TWAS/CONICIT para científicos jóvenes del 2006, por la originalidad e importancia de sus trabajos en metales pesados, polímeros y desechos – la llevó también por el camino de la docencia. Con la premisa de promover una relación horizontal con sus estudiantes, en un proceso de enseñanza-aprendizaje que disfruten y aprovechen, prioriza el diálogo y la escucha, y les ayuda a tomar sus propias decisiones. Para ella cada generación es única, y aprende a su vez de sus anhelos e intereses.
Considera que la interdisciplinariedad es algo esencial en la formación científica; por ello la promueve con decisión y entusiasmo. Durante los últimos años ha promovido el encuentro de estudiantes de Física y Química mediante un curso en el que trabajan en equipo para resolver problemas comunes. Del mismo modo, desde el 2015 ha colaborado con los Campamentos de Ciencias Básicas, para promover las vocaciones científicas de colegiales y acercarlos a la universidad.
Desde el año 2006, cuando fue constituida formalmente, se ha abocado a materializar el mandato del Estatuto Orgánico de favorecer ‘las transformaciones necesarias para el logro del bien común’, al promover las transformaciones que los propios estudiantes deben hacer consigo mismos para alcanzar sus metas de estudio.
Promover el desarrollo integral de la población estudiantil de la UCR es la premisa de esta unidad interdisciplinaria. Mediante estudios innovadores, durante más de una década se ha comprometido con la comprensión de quiénes conforman la comunidad estudiantil de nuestra institución, así como su procedencia, necesidades y aspiraciones, y también lo ha hecho con jóvenes que sueñan con ingresar a la universidad. Gracias a ello, nuestra institución ha promovido acciones para apoyar la permanencia del estudiantado, así como mejorar las habilidades para la vida de colegiales y promover la representación equitativa de estudiantes de todos los centros educativos de secundaria del país.
El potencial que descubren tras cada caso – al que siempre ponen un rostro humano – es la motivación de esta unidad para intensificar el seguimiento y asesoría necesarios para que los estudiantes alcancen su anhelo de una vida mejor, a través del estudio.
Su temprano y profundo amor por la literatura y las letras lo encaminó al estudio de la Filología Española en la UCR, y gracias a ello conoció la diversidad lingüística de nuestro país. Desde entonces, y sin dejar de reconocer el trabajo de sus antecesores, se ha abocado a la sociolingüística y al estudio del desplazamiento de las lenguas, particularmente de aquellos idiomas indoamericanos que aún se hablan en nuestro país.
Su acercamiento al malecu (guatuso), al bribri y al idioma Brorán (térraba) le permitió conocer también a quienes aún los hablan, así como sus deseos por preservarlos y, por lo tanto, conservar su cultura. Para él, la revitalización de las lenguas depende de las comunidades, las cuales deciden de qué manera quieren resignificarlas: los idiomas son un medio vinculado a una cultura, que no pueden dejar de lado a quienes la viven día tras día.
Por ello, desde el Trabajo Comunal Universitario ‘Lenguas y Tradiciones Orales de Costa Rica’ inició una propuesta para producir recursos educativos para aquellas comunidades que los necesitaran, involucrando a estudiantes de diversas disciplinas. Este trabajo llevó a un proyecto más amplio, ‘Diversidad y Patrimonio Lingüístico de Costa Rica’, que es a la vez un repositorio y un centro de información acerca de las culturas, las lenguas y las tradiciones orales de distintos pueblos que habitan el actual territorio costarricense. Con ellos ha aprendido costumbres y saberes autóctonos, al tiempo que sus estudiantes han complementado su formación con experiencias más genuinas de aprendizaje.
Conoció la Universidad de Costa Rica por primera vez siendo escolar, sin imaginarse que sería el primero de muchos viajes hacia esta casa de estudios, en la que suma casi 34 años de trayectoria. Su trabajo académico lo llevó a conocer de cerca la situación de las personas trabajadoras en construcción y maquilas, y con ello empezó a interesarse por la migración. Junto con el estudio de las identidades, la exclusión y la desigualdad, estos temas se convirtieron en ejes transversales de sus investigaciones en comunicación social.
Considera que la investigación debe responder a necesidades sociales, y a su vez traducirse en docencia y proyectos de acción social que enriquezcan el diálogo ciudadano y debate público. En su opinión, las ciencias sociales deben ir más allá de círculos especializados, y quienes investigan deben buscar más vínculos con otros grupos sociales (incluso con aquellos con los cuales no se coincide). Es decir, deben tener una vocación pública cada vez mayor.
Con amplios reconocimientos a su carrera, este catedrático de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva está convencido de la necesidad de fomentar una mirada más regional de nuestro país y de nuestra universidad. Por ello, y por la actualidad, historia y geografía que nos hermana con Centroamérica, esta región también está en el corazón de su trabajo académico y comunitario.
Cuando la Universidad de Costa Rica apenas había cumplido su primera década de existencia, ya se sentía la necesidad de dar mayor seguimiento a los asuntos judiciales que le competían por las noveles responsabilidades asumidas para con la sociedad costarricense.
En su sesión Nº 11 del 31 de marzo de 1952, el Consejo Universitario creó el Departamento Legal, como colaborador de las autoridades universitarias de aquel entonces. A mediados de los años setenta esta oficina obtuvo el rango estatutario de Asesor Legal de la institución y, como tal, asumió también el nombre que lleva actualmente. En respuesta al crecimiento de la propia universidad, y de la multiplicación de sus funciones, en 1968 se traslada físicamente a la Ciudad Universitaria Rodrigo Facio; desde entonces mantiene la cercanía con autoridades y usuarios de la comunidad universitaria para brindar asesoría legal y gestión judicial.
Por esta oficina han pasado reconocidos juristas, aportando su experiencia y saber para constituir equipos de trabajo altamente comprometidos con la particular institución que es nuestra universidad. Desde la resolución de conflictos laborales, hasta la representación en procesos judiciales, cada uno de sus funcionarios ha asumido con extrema mística y responsabilidad la difícil y a veces silenciosa tarea de defender a la institución y procurar los correctos procedimientos para garantizar la legalidad y transparencia en el quehacer universitario.