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Sea testigo de la historia viva de las minas de oro de Costa Rica
10 sept 2018Sociedad

Adentrarse en el Ecomuseo de las Minas de Abangares es recorrer la historia viva de las minas en Costa Rica. Allí, la nueva exposición titulada "ORO y SOL: la fama que ya corría de las Minas de Abangares" cuenta la historia de los pioneros y del origen del pueblo Las Juntas, ofrece datos sobre la geología del lugar y muestra los vestigios de la actividad minera, así como aspectos de la situación política y social de la época de la fiebre del oro en Costa Rica.

Esta exposición reúne una cuidadosa muestra de los objetos con que ya contaba el Ecomuseo, fundado en 1991, y un resumen de la historia recogida por diversos autores, en un bello montaje museográfico realizado por el Museo de la Universidad de Costa Rica (museo+UCR). Todo el proyecto tuvo un costo de más de ¢70 millones y fue financiado por la Municipalidad de Abangares. 

La elegante sala, iluminada con 56 bombillos, espera a los visitantes para revelarles la historia en medio de un entorno agreste, donde también encontrarán flora y fauna, sonidos, olores, paisajes, objetos e historias de personas que trabajaron en las minas desde finales del siglo XIX, una actividad que aún hoy sigue atrayendo a cientos de hombres en busca del preciado metal.

Fotografías: Laura Rodríguez ODI/UCR

 

En paneles acrílicos se recoge con detalle la historia, desde el descubrimiento de las minas de oro en Abangares, en 1884 ––que despierta la codicia en la región–– pasando por la época dorada con la compañía del estadounidense Minor Cooper Keith, fundada en 1902, hasta la caída de esta gran industria en Costa Rica. 

 

Los mazos Abangares

Afuera de la sala de exposición, la historia continúa viva. El guía Víctor Hugo Montoya nos lleva por los senderos enmontados hasta "Los Mazos", para ubicarnos en los años de 1900 cuando la compañía minera Abangares Gold Fields of Costa Rica empleaba a más de 3 500 trabajadores.

 

La exposición incluye objetos que usaron los mineros para extraer el mineral y obtener el oro mediante diferentes técnicas, lámparas de canfín, objetos bélicos de la época, aparatos como la radio, que a finales del siglo XIX revolucionaron la sociedad.

 

En el exterior, la densa vegetación de los cerros contrasta con el metal oxidado de las máquinas y herramientas abandonadas. En el pasado, trenes a vapor y, posteriormente, tranvías y andariveles eléctricos servían para cargar el mineral hasta la planta procesadora de oro.

 

Atraídos por la fiebre del oro, hombres de múltiples procedencias y culturas habitaron Abangares: estadounidenses, africanos, palestinos e italianos son solo algunos de ellos. Una máquina de hacer espagueti traída por los italianos da cuenta de los aportes de estas culturas a la región.

 

Estas placas con tornillos de metal son lo único que queda de la planta de procesamiento de oro conocida como "Los Mazos". Sobre ellas se colocaban las cajas que contenían 60 grandes mazos, los cuales trituraban el mineral incansablemente, mientras llevaban un sonido ensordecedor hasta la carretera Interamericana.

 

Víctor Hugo Montoya Alvarado es el único guía del Ecomuseo. Para este abangareño de cepa, la minería no es solo una historia, sino parte de su vida, pues nació y creció en el ambiente minero. Hoy se enfrenta a los coligalleros, quienes a diario invaden los terrenos del Ecomuseo para escarbar el suelo, con la esperanza de obtener algo de oro para vivir. 

 

Al hacer una pausa en el recorrido, de pronto retumba la montaña. Es el sonido de las explosiones que continúan arrancando el valioso mineral de la tierra. La fama que ya corría a inicios del siglo XIX de las minas de Abangares está presente: en Abangares todavía hay oro.

 

 

 

 

El historiador y museólogo Félix Barboza Retana, del museo+UCR, y Víctor Hugo Montoya Alvarado, guía del Ecomuseo (en la foto), son parte del equipo curatorial de la exposición. También participaron el historiador Antonio Castillo Rodríguez de la Sede de Guanacaste, autor de artículos y libros sobre la actividad minera, y el arquitecto Álvaro Vega Cortés.

El Ecomuseo es un lugar donde la historia minera se funde con la naturaleza exuberante: pájaros, mariposas, lagartijas y pizotes, entre otros animales, habitan los terrenos pertenecientes a la Municipalidad de Abangares.

 

El Ecomuseo de las Minas de Abangares, ubicado en el distrito La Sierra, fue creado el 24 de noviembre de 1991 y el 18 de mayo de 2001 fue declarado Patrimonio Histórico Arquitectónico de Costa Rica. Está abierto de martes a viernes de 8:00 a. m. a 5:00 p. m. Las entradas tienen un costo de ¢2 500 para extranjeros y ¢2 000 para nacionales, ¢1 000 para estudiantes. Personas con discapacidad y niños menores de 7 años no pagan.

Más de 100 años después de la fiebre del oro, en Abangares la historia sigue viva. En las calles aún hoy los hombres viejos y jóvenes retornan cada día cubiertos de barro después de una jornada más en busca del preciado metal. Se estima que en la actualidad existen alrededor de 600 coligalleros en la región, localizados en Las Juntas y La Sierra.
Katzy O`neal Coto
Katzy O`neal Coto
Periodista, Oficina de Divulgación e Información
Destacada en ciencias agroalimentarias y letras
katzymynu.oneal  @ucribzu.ac.cr

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