Roberto Serrano Ramírez vive en Gandoca, en el Caribe Sur costarricense, desde hace más de 20 años. Él cree que las tortugas baula (Dermochelys coriacea) llegan en menor cantidad que antes a esta zona por la erosión que el mar está provocando en las costas.
De 1 000 desoves por temporada que se registraban en el 2007, previo a la pandemia solamente se contabilizaron un poco más de 100, recuerda.
Esta realidad lo golpea, sobre todo al mencionar que en determinado momento la playa de Gandoca constituía el sitio preferido por las baulas para dejar su descendencia.
“Cuando una playa se erosiona, las arenas se trasladan a otra parte y esto impide que una tortuga pueda llegar a desovar. Las tortugas marinas tienen un fenómeno que se llama impronta, que consiste en que ellas regresan años después a desovar al mismo sitio en donde nacieron”, expresa Serrano.
Este agricultor y emprendedor depende, junto con su familia, del turismo, al igual que la mayoría de pobladores de Gandoca. Para él, si las tortugas no encuentran una playa adecuada donde desovar, migran a otros lugares donde no existe protección. Esto pone en riesgo a las poblaciones, ya disminuidas, de estos reptiles.
La playa Gandoca, localizada en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo, en la provincia de Limón, es uno de los puntos del litoral Caribe que está siendo afectado por la erosión costera.
Estudios recientes de la Universidad de Costa Rica (UCR) y de la Universidad Nacional (UNA) señalan que este proceso ha sido severo en los últimos años y se advierte sobre los cambios que muy posiblemente ocurran en el futuro.
Las consecuencias no solo son ecológicas, sino que también afectan a las comunidades de las áreas costeras.
Los científicos alertan de que la mayoría de los bordes costeros en el mundo están en estado de erosión y que un 70 % de las playas de arena están retrocediendo, como lo destaca el físico y oceanógrafo Dr. Omar Lizano Rodríguez, del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar), de la UCR.
En las últimas décadas ha habido erosión en la mayoría de las playas del Pacífico costarricense, incluso en la Isla del Coco, según sostiene el investigador. Este fenómeno se acentúa durante los ciclos de las mareas extraordinarias y en conjunción con otros componentes relacionados con el mar, como el aumento en el nivel del mar, el fenómeno de El Niño y las tormentas.
Aunque los estudios señalan diversos factores involucrados en los procesos de erosión de las costas, coinciden en destacar los efectos de la crisis climática como los principales responsables de los cambios en la configuración de las costas; es decir, de la pérdida de la línea de costa (que marca el límite entre la costa y la playa), la erosión y las inundaciones.
Se proyecta que el cambio climático alterará los ecosistemas y las zonas costeras. La mayor preocupación es el aumento en el nivel del mar, el cual es de aproximadamente 3 mm al año.
Este fenómeno ocurre por dos razones: el incremento de la temperatura de los océanos y, por ende, del volumen del agua (lo que se conoce como expansión térmica del agua), y el derretimiento de los casquetes polares y de los glaciares de las montañas, lo cual implica la inyección de agua dulce a los mares.
Además, ha incrementado la velocidad de los vientos y hay una mayor intensidad de los ciclones tropicales. Esto genera una mayor altura de las olas, aumento de marejadas y mareas astronómicas.