El Programa de Voluntariado de la UCR está apoyando las labores del vivero ubicado en la Finca Experimental Santa Ana. Allí se cultivan los árboles que se plantan en todas las sedes y recintos.
Laura Rodríguez RodríguezEl voluntariado se suele concebir como un servicio desinteresado hacia otras personas o en beneficio del ambiente o de los animales. Sin embargo, su ejercicio también otorga significativos dividendos a quienes lo practican.
Aprendizajes técnicos y de procedimientos, desarrollo de habilidades blandas, experiencias extracurriculares, ampliación del horizonte de conocimientos, adquirir mayor conciencia social en torno a los problemas planetarios y de la humanidad y el cultivo de virtudes como la tolerancia, la paciencia, la generosidad, la perseverancia y la gratitud, son algunos ejemplos de lo que una persona puede experimentar al vincularse con un programa de voluntariado.
Así lo confirman cuatro estudiantes de la Universidad de Costa Rica que participan en el Programa de Voluntariado de la Vicerrectoría de Vida Estudiantil y quienes aseguran que las actividades y el contacto con otras personas les ayudaron a sobrellevar el aislamiento social provocado por la pandemia de COVID-19.
“Me ha ayudado de una y mil maneras. Cada semestre aprobado en el contexto de la virtualidad ha representado días de desánimo, lágrimas y las recurrentes ganas de dejar todo tirado. El volver a convivir con personas, especialmente con estudiantes, sin importar que fueran desconocidos, fue una bocanada de aire fresco. Y bueno, antes de participar en la campaña, estaban las charlas y los talleres que estaban vinculados a palear estos sentires que se han generalizado en la población por la carga emocional que se ha vivido el último año y resto. El Programa de Voluntariado se convirtió en uno de mis espacios seguros en tiempos de crisis”.
Anajency Melania Alvarado Barrios, estudiante de Trabajo Social.
“El voluntariado ha sido un respiro para poder acarrear con la pandemia y todo lo que ella conlleva, debido a que nos hace salir de la cotidianidad y nos permite interactuar con otras personas in situ y no a través de dispositivos tecnológicos. Asimismo, nos brinda espacios para realizar actividad física, aprender sobre salud mental, descubrir nuevos lugares a lo largo y ancho del país, entre muchas otras cosas –eso sí, respetando siempre de manera categórica todas las medidas sanitarias brindadas por los profesionales de la salud–”.
José Alejandro Hernández Miller, estudiante de Francés y Filosofía.
“La pandemia definitivamente me afectó emocionalmente. Siempre me ha encantado estar rodeada de la gente. Disfruto a las personas y sus historias. Sentí mucho alivio cuando entré al programa”.
Mariana Fernández Hernández, estudiante de Antropología.
“El confinamiento, en mi caso, fue una temporada muy dura. Yo soy una persona muy inquieta y estar todo el día en la casa fue difícil. Desde la reapertura de voluntariados presenciales he tratando de asistir a los máximos posibles. Para mí, estos son una forma retomar la vida normal nuevamente. El factor social que implica realizar proyectos es una forma de romper la barrera virtual y de conocer personas nuevas. Los voluntariados, en mi caso, son salud mental. El poder volver a compartir con personas es en lo que más me ha ayudado el voluntariado a superar la pandemia”.
Nery Chaverri Tobar, estudiante de Matemática
De acuerdo con Lupita Abarca Espeleta, coordinadora del Programa de Voluntariado de la UCR, a lo largo de la pandemia se habilitaron espacios de esparcimiento y crecimiento personal complementarios a la virtualización académica, donde los estudiantes tuvieron la oportunidad de compartir actividades que promovieron la socialización, la imaginación creativa, los aprendizajes, la creación de conocimiento, la adquisición de nuevas habilidades y la actividad física. Para Abarca, estas acciones impactaron positivamente en el bienestar físico y mental de la población estudiantil.
“Ante la imposibilidad de realizar proyectos presenciales por la pandemia mundial, el Programa de Voluntariado se reinventó para ofrecer actividades virtuales donde se mantuvieran espacios de participación para las y los estudiantes ofreciéndoles la posibilidad de discutir, compartir y conocer a estudiantes de diferentes carreras, sedes y recintos universitarios, conversar acerca de diversas realidades y perspectivas y adquirir conocimientos”, detalló la coordinadora.
Anajency Melania Alvarado Barrios estudia Trabajo Social y está involucrada en labores de voluntariado desde el 2019, cuando cursaba el noveno año del colegio y decidió colaborar con distintas organizaciones no gubernamentales y agrupaciones juveniles.“No tengo una razón específica para trabajar en voluntariado, solo un día me di cuenta que ya tenía tiempo en la U y no estaba haciendo algo más. Estas acciones que le dan un nuevo sentido a las cosas. Me apareció una publicación sobre el Programa de Voluntariado y junto con una amiga nos pusimos a buscar información”, detalla Alvarado.
CONSULTE SITIO: Voluntariado UCR
Como voluntaria en la UCR, Anajency ha trabajado en limpieza y recolección de microplástico en las playas, monitoreo de tortugas y patrullaje nocturno. También ha participado en mantenimiento de senderos, siembra de árboles, inventario de especies y en atención e información a turistas. Actualmente, sus labores se han concentrado en el puesto de vacunación de la Universidad, donde apoya a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) con llamadas para agendar citas, así como en la gestión de filas, el registro de personas y atendiendo los puestos de información.
“Gracias al Programa de Voluntariado actualmente estoy aprendiendo LESCO. Pero, a nivel general, creo que los aprendizajes se dan de manera integral. Los más evidentes están relacionados a los datos específicos sobre la flora y fauna de los lugares donde se ejecutan los proyectos. Una aprende del contexto histórico, ambiental y social de la comunidad que la recibe. Una de mis partes favoritas es cuando los conocimientos se adquieren desde la horizontalidad con las otras personas voluntarias, porque usualmente somos de distintas carreras y ahí es donde se vuelve un proceso superenriquecedor.
“Es muy fácil decir que somos personas que tenemos capacidad de trabajo en equipo o comunicación asertiva, pero demostrarlo, al colaborar con otras que apenas estamos conociendo, es el verdadero reto. Así que esta es la otra parte no tan evidente del aprendizaje que deja el voluntariado: desarrollar o fortalecer nuestras habilidades blandas, en especial el trabajo en equipo. Y claro, nunca está de más un acercamiento a las realidades de las comunidades que se visitan”, especificó la estudiante.
Anajency tiene claro que el voluntariado entró a su vida para siempre y desde ya está considerando un par de organizaciones que están vinculadas con su carrera para contribuir a la consecución de sus objetivos.