Dra. Isabel Avendaño Flores, decana de la Facultad de Ciencias Sociales

La Facultad de Ciencias Sociales lamenta profundamente el fallecimiento de Néstor Zeledón Guzmán (1933–2025), escultor costarricense, catedrático universitario y autor de obras icónicas que marcaron la vida pública de este país.

Su legado histórico y artístico, forjado desde la denuncia de las injusticias sociales, ha quedado inmortalizado en símbolos como la escultura sobre la Maternidad de la Caja Costarricense de Seguro Social y, sobre todo, en esa imponente pieza de bronce que da la bienvenida a quienes transitamos diariamente por la Facultad: Yo Protesto.

Este 19 de junio de 2025, nos detuvimos para rendir homenaje a su memoria. Paradójicamente, justo el día anterior  —sin saber que sería su último día entre nosotras y nosotros— celebramos la graduación de una nueva generación de profesionales de la Facultad de Ciencias Sociales.

Al concluir la ceremonia, una larga fila de estudiantes, junto con sus seres queridos y amistades, se turnaba con ilusión para tomarse la fotografía frente a la escultura. Como ya es tradición, abrazaban sus títulos y posaban con orgullo junto al símbolo que nos identifica. El “Puño”, instalado hace exactamente una década frente a nuestro edificio en la Finca 2 “Ciudad de la Investigación”, se ha consolidado como un lugar de encuentro, de celebración y, también, de resistencia.

En nuestra Facultad permanece viva su obra Yo Protesto, escultura que se alza como símbolo de fuerza, dignidad y rebeldía. Este duplicado de la pieza original, tallada en madera, fue develado el 24 de junio en conmemoración del 75.º aniversario de nuestra Universidad, y hoy adquiere un nuevo significado.

Pensada y esculpida al calor del referendo del TLC en 2007, de las luchas contra el combo del ICE, Yo Protesto nace de una coyuntura histórica de movilización social y compromiso ciudadano. Fue en aquel momento cuando la sociedad costarricense volvió a encontrar en la protesta un lenguaje colectivo, y cuando muchas y muchos de nuestras colegas comenzaron a estudiar con renovado interés las formas contemporáneas de lucha social.

Don Néstor Zeledón supo traducir esa efervescencia en una obra que, con el tiempo, ha cobrado vida propia. Como él mismo me confesó alguna vez en su taller, le sorprendía profundamente ver cómo estudiantes, docentes y visitantes se apropiaban del monumento para expresar sus luchas, su alegría, su rebeldía. Sin saberlo, creó mucho más que una escultura: forjó un símbolo que nos interpela.

Escultura "Yo protesto" de Néstor Zeledón.

Desde su inauguración, el “Puño” se convirtió en un hito emocional de nuestra comunidad. Ha sido testigo de celebraciones, plantones, tomas y reivindicaciones. Y en este año, cuando la Facultad cumple diez años de habitar esta nueva sede, cobra un significado aún más potente. No han sido años fáciles. Llegamos a un territorio nuevo, en un momento de transición y cuestionamiento institucional. Desde entonces, nos hemos esforzado por resignificar este espacio, por dotarlo de sentido, por integrarlo a nuestra identidad colectiva. En ese proceso, el “Puño” ha sido brújula y ancla.

Hoy, más que nunca, el simbolismo de Yo Protesto se vuelve urgente y necesario. Vivimos tiempos en los que la protesta estudiantil —históricamente parte esencial de la vida universitaria— se ve crecientemente estigmatizada y criminalizada. Hemos sido testigos, con preocupación, de cómo en nuestra Universidad se ha recurrido a discursos y procedimientos que buscan deslegitimar las manifestaciones estudiantiles, reduciéndolas a simples actos de desorden. Olvidamos así que muchas de las conquistas que hoy valoramos —edificios dignos, mayor acceso a becas, equidad en la representación estudiantil, programas sociales— nacieron precisamente de esas luchas.

Yo Protesto no es solo una escultura: es una afirmación ética. Es la mano alzada de quienes se niegan a ser indiferentes, de quienes creen que la universidad pública debe ser espacio de crítica, de rebeldía, de imaginación política. Es la representación de una juventud que exige ser escuchada, que defiende su derecho a estudiar, a disentir, a construir un futuro más justo. Criminalizar sus acciones es negar el corazón mismo de la vida universitaria.

Sabemos que hay iniciativas para crear nuevos espacios simbólicos, como una plaza en la Finca 2 Ciudad de la Investigación con once bustos de personas rectoras. Pero quisiera decirlo con claridad: ese espacio ya existe. Existe aquí, frente a este edificio. Lo esculpió don Néstor Zeledón y lo han consagrado quienes lo habitan, no con planos ni decretos, sino con prácticas, emociones y significados. Los símbolos no se decretan: se viven.

La toponimia universitaria, los monumentos, los nombres que damos a los lugares, no son arbitrarios ni neutros. Dicen quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. Nos recuerdan que la universidad no es solo un conjunto de edificios, sino una comunidad viva, con historia, memoria y dignidad.

Hoy despedimos a don Néstor Zeledón, pero celebramos lo que nos dejó. El “Puño” nos seguirá acompañando en cada graduación, en cada marcha, en cada defensa de lo justo. Nos seguirá recordando que no estamos aquí para repetir el mundo, sino para transformarlo.

Desde las Ciencias Sociales, reconocemos y agradecemos su legado comprometido con la justicia, la crítica, la fuerza, el arte, la lucha y la transformación social.
¡Gracias, maestro!