Desde que Costa Rica instaló su primera planta hidroeléctrica en 1884 la matriz energética nacional ha sufrido pocos cambios. Según datos de la División Operación y Control del Sistema Eléctrico, del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), la generación hidroeléctrica continúa siendo la primera fuente energética, aunque con el paso de las décadas se sumaron la geotermia, eólica, la biomasa, y la solar, citadas por orden importancia.
En términos de la movilidad, según el XXIX Informe del Estado de la Nación, la dependencia de combustibles fósiles ha mantenido un crecimiento sostenido de los derivados del petróleo. Aunque el país cuenta con un alto potencial para la generación de energías limpias y renovables para el sector agroindustrial para abastecer de calefacción, electricidad mediante turbinas y la movilidad urbana e industrial aún no se cuenta con un marco jurídico y estímulos estatales para la transición.
El ingeniero e investigador Juan Pablo Rojas Sossa, coordinador de un proyecto de Acción Social de la Universidad de Costa Rica (UCR), denominado “Fortalecimiento de capacidades en actores sociales para el desarrollo de proyectos de revalorización de residuos orgánicos en Costa Rica” (ED-3610), y ejecutado desde la Escuela de Ingeniería de Biosistemas, destacó que el país tiene posibilidades para generar energía mediante la biomasa que se produce en zonas con capacidad agroindustrial instalada.