Pete Stephens, vicepresidente, y Maraya Jiménez, presidenta del Centro Comunitario de Buceo, además de Marianita Harvey, coordinadora del proyecto “El mar y sus beneficios” (en orden usual), dirigieron la presentación de los resultados del estudio el 27 de abril del 2025 en Cahuita. Foto: Laura Rodríguez.
En el corazón del Caribe sur de Costa Rica, un grupo de jóvenes limonenses armados con tanques de oxígeno, bitácoras y un profundo interés por la historia de su cultura afrodescendiente, ha logrado lo impensable: desenterrar del fondo del mar una de las historias más extraordinarias de liberación africana en América Latina y su papel en la cadena de descendencia de una parte de la población del país.
Y es que ahora, tras nueve años de investigación exhaustiva, el Centro Comunitario de Buceo Embajadores del Mar (ubicado en Cahuita), el proyecto de acción social denominado “El mar y sus beneficios”, de la Sede del Caribe de la Universidad de Costa Rica (UCR), y demás actores celebran con la comunidad local, nacional e internacional un logro científico, cultural y humano sin precedentes.
El 2 de marzo de 1710, dos barcos daneses (el Fredericus IV y el Christianus V) encallaron en las costas de lo que actualmente es el Parque Nacional Cahuita, en Limón.
Estas embarcaciones, que formaban parte de la Danish West India and Guinea Company, transportaban a unos 650 africanos esclavizados rumbo a St. Thomas. Sin embargo, lo que parecía otro capítulo oscuro del comercio trasatlántico de esclavos se convirtió en una epopeya de liberación.
Ante la desesperación y el hambre por la inexistencia de provisiones a bordo, marineros y personas cautivas se amotinaron, tomaron el control de los barcos y lograron desembarcar libres en las costas caribeñas de Costa Rica.
Precisamente, según los archivos encontrados en Dinamarca, España y Costa Rica, así como la historia oral preservada por generaciones de pescadores locales, el Fredericus IV fue quemado y el Christianus V abandonado.
Algunos de los africanos fueron recapturados, otros fueron llevados al norte por pueblos miskitos y otra parte se integró a las comunidades costeras.
Desde el 2016, el Centro Comunitario de Buceo se propuso una misión titánica: comprobar la identidad de los misteriosos naufragios en el fondo marino del Parque Nacional Cahuita. Pero, al no contar con arqueólogos subacuáticos en el país, acudieron a aliados internacionales, como el Museo Nacional de Dinamarca y la organización Diving With a Purpose, que se encuentra en Florida, Estados Unidos. Sin embargo, el liderazgo, el impulso y la fuerza siempre provino de la misma comunidad, por medio del Centro Comunitario de Buceo.
Con el apoyo de la iniciativa universitaria “El mar y sus beneficios”, coordinada por la investigadora M. Sc. Marianita Harvey Chavarría, se capacitó a decenas de jóvenes en arqueología subacuática, historia, turismo sostenible, conservación marina y rescate cultural.
“Se trató de una apuesta por el conocimiento, el empoderamiento y la justicia histórica. Este proyecto ha sido una herramienta mediante la cual conectar generaciones y rescatar las voces de nuestro pasado sumergido”, destacó Harvey.
Las pruebas son tan irrefutables como conmovedoras. Según los resultados que presentó el arqueólogo David John Gregory (que cuentan con el aval científico del Museo Nacional de Dinamarca), durante las investigaciones llevadas a cabo en la playa del Parque Nacional Cahuita, específicamente en el sitio conocido como Los Ladrillos, se halló una montaña de ladrillos daneses sobre los restos quemados del Fredericus IV, mientras que en el lugar llamado Las Anclas y Cañones yace la evidencia dispersa y fragmentada del Christianus V.
En estas investigaciones basadas en arqueología subacuática y en el posterior análisis de las muestras, se aplicaron técnicas de vanguardia, tales como:
Cada fragmento de madera, cada ladrillo y cada objeto encontrado sirvió para reconstruir científicamente una historia que ya estaba viva en la memoria oral de las y los habitantes del Caribe sur de Costa Rica.
Para quienes han sido parte de este proceso, la experiencia ha transformado sus vidas. “Antes se pensaba que eran barcos españoles, pero ahora sabemos que eran daneses. Este trabajo me ayudó a encontrar quién soy y lo que quiero hacer. Quiero seguir profesionalizándome y atraer turismo para compartir esta historia”, relató Aaron Mora Stebber, miembro del Centro Comunitario de Buceo.
“Ahora podemos transmitir este conocimiento a las generaciones actuales y futuras. Estar en los lugares de los hechos y contar lo que pasó es un orgullo. Esto es reconectar con nuestras raíces”, añadió Kevin Rodríguez Brown, quien también forma parte del Centro Comunitario de Buceo.
Por su lado, la presidenta de dicho Centro, Maraya Jiménez Taysigue, expresó que el impacto de los resultados de este estudio, dentro del conocimiento local, es profundo. “Esto cambia la historia del Caribe sur de Limón; pero lo mejor de todo es que fueron nuestra comunidad y nuestras juventudes las que lideraron esta investigación, que vino a reconstruir lo que sabemos de nuestras raíces”, detalló Maraya.
El proyecto “El mar y sus beneficios” y el Centro Comunitario de Buceo han desarrollado en conjunto exhibiciones, talleres, cursos de buceo formativo y diversas actividades culturales en Cahuita, Puerto Viejo y Manzanillo. El objetivo de esta sinergia es claro: educar, empoderar y preservar.
“Este hallazgo es parte de la historia no contada del tráfico de personas africanas. De 1 500 naufragios, solo cinco han sido identificados como barcos esclavistas, y estos dos, aquí en Costa Rica, son los primeros encontrados en el decenio afrodescendiente dictaminado por la ONU. Es un paso hacia la reparación, la justicia y el reconocimiento a la memoria de miles de esclavos”, manifestó al respecto María Suárez Toro, periodista, educadora, activista y una de las principales impulsoras de este proyecto desde el Centro Comunitario de Buceo, del cual forma parte.
Estos jóvenes, buceadoras y buceadores de Cahuita, no solo encontraron los restos de dos barcos perdidos, hallaron también una parte olvidada de su propia historia y de la memoria de todo un país.