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2 de abril: Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil

Érase una vez...

Hoy festejamos esta fecha con una serie de fragmentos de cuentos infantiles costarricenses acompañados del criterio experto de Carlos Rubio
2 abr 2022Artes y Letras

Ignacio y Kate en primer plano con un libro en el piso

Los libros infantiles estimulan el razonamiento lingüístico, el cual funciona como puerta de ingreso a otros tipos de razonamiento. Laura Rodríguez Rodríguez

Érase una vez un niño que creció viendo a su papá debatirse entre su oficio de zapatero y su salud, hasta que lo vio partir al más allá cuando apenas tenía 10 años, edad en la que decidió salirse de la escuela para buscar un mejor futuro, dada la extrema pobreza en la que vivía su familia.

Aunque abandonó el sistema educativo formal, la lectura nunca salió de él. Siempre buscaba la manera de conseguir libros para devorarlos al instante. Esta cualidad, unida a su capacidad imaginativa, nunca censurada por sus progenitores, sería su tabla de salvación en la vida, luego de probar suerte trabajando en distintos oficios.

Fue así como a sus 30 años publicó el libro Historias de aventuras para niños, con la gran novedad de mezclar relatos de la tradición popular con personajes y argumentos extraídos de su experiencia y de su mente creativa. Pronto sus cuentos se volvieron famosos y llegaron a oídos de niños y niñas de todo el mundo y no solo por medio de libros, sino también por la radio, la televisión y el cine.

Ese niño fue Hans Christian Andersen, quien nació el 2 de abril de 1805, fecha que la International Board on Books for Young People (IBBY) (Organización Internacional para el Libro Juvenil) escogió para celebrar el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil a partir de 1967.

Hoy festejamos este día con algunos fragmentos de cuentos infantiles costarricenses acompañados de una serie de reflexiones sobre la importancia de la lectura desde edades tempranas y algunas recomendaciones para tomar en cuenta a la hora de regalarle un libro a un niño o a una niña. Para ello, contaremos con la opinión experta de Carlos Rubio Torres, escritor de literatura infantil y docente de la Escuela de Formación Docente de la Universidad de Costa Rica.

A la Cucarachita le agradó aquel ruidito, se levantó de su asiento y se fueron de bracete.

Se casaron y hubo una gran parranda.

Al día siguiente la Cucarachita, que era muy mujer de su casa, estaba arriba desde que comenzaron las claras del día poniéndolo todo en su lugar.

Después de almuerzo puso al fuego una gran olla de arroz con leche, cogió dos tinajas que colocó una sobre la cabeza y otra en el cuadril, y se fue por agua.

Antes de salir dijo a su marido: —Véame el fuego y cuidadito con golosear en esa olla de arroz con leche.

Pero apenas hubo salido su esposa, el Ratón Pérez le pasó el picaporte a la puerta y se fue a curiosear en la olla. Metió una manita y la sacó al punto: —¡Carachas! ¡Que me quemo! –metió la otra–: ¡Carachas! ¡Que me quemo! –metió una pata–: ¡Carachas! ¡Que me quemo! –metió la otra pata y salió bailando de dolor–: ¡Demontres de arroz con leche, para estar pelando!

Pero como eran muchas las ganas de golosear, acercó un banco al fuego y se subió a él para mirar dentro de la olla…

El arroz estaba hierve que hierve, y como la Cucarachita le había puesto queso en polvo y unas astillitas de canela, salía un olor que convidaba.

Ratón Pérez no pudo resistir y se inclinó para meter las narices entre aquel vaho que olía a gloria. Pero el pobre se resbaló... y cayó dentro de la olla.

Extracto del cuento de La cucarachita Mandinga de María Isabel Carvajal (Carmen Lyra)

 

Lectura desde el vientre materno

Estar en contacto con la ficción desde tempranas edades es fundamental para humanizar a la persona y para encontrar una visión de hombre y mujer que sea mucho más tolerante, que pueda convivir mejor en un contexto de paz. Todo esto por medio del goce estético, porque la literatura destinada a la niñez debe ser por sobre todo entretenimiento, disfrute, placer, viaje y evasión.

Ante todo: modelo lector. No solo leer a los niños y a las niñas, sino que me vean a mí leyendo. Recordemos que, en gran medida, aprendemos por lo que vemos modelar en otros, aprendemos a caminar porque vemos a otra gente caminando. En una cultura como la nuestra aprendemos a amar el fútbol porque desde chiquitos vemos la bola rodar, a la gente frente al televisor, a la gente pelearse por el partido, la mejenga del barrio, y aprendemos que eso del fútbol es divertido, es entretenido y que va a ser algo importante en mi vida. Si nunca hubiera oído hablar de fútbol no se convertiría en una necesidad para la gente. Lo mismo pasa con el libro, con la lectura en cualquier soporte.

Que la gente lea delante de la niñez es importante y, por supuesto, desde antes de que nazca la niña o el niño. Desde el vientre ya se le empieza a leer canciones de cuna, poesía con esa marcada musicalidad para que empiece a disfrutar de la sonoridad que tiene la palabra, el disfrute que tiene la palabra.

Al leerle a un niño o a una niña a nuestro cargo se le da la posibilidad no solamente de fantasear, sino de crear y de crear a partir de un imaginario porque inevitablemente cuando nosotros recibimos un texto elaboramos otro texto. Aparte de ampliar la visión de mundo, su léxico y las capacidades de construcción de texto por medio de la literatura, como efectos colaterales, los niños y niñas pueden desarrollar esa capacidad imaginativa que va a influir en un futuro, y no solo en el campo artístico, porque no todos van a ser escritores o artistas, perfectamente pueden optar por cualquier otra área, científica, deportiva, la que sea, pero en cualquier campo en que nos desempeñemos va a ser necesaria la creatividad y el libre pensamiento.

La lectura desde tempranas edades contribuye a que los niños y las niñas aprendan a resolver conflictos. También ayuda a la elaboración del discurso oral.

Vea jovencito, usted no sabe las razones por las que yo actué así con su madre y no se las voy a explicar. Pero para que veas que no soy tan malo como usted piensa le voy a dar una oportunidad. Voy a ponerle una prueba, y si la pasa, óigame bine, le devuelvo todas y cada una de las riquezas que le quité a su madre. Si no pasa la prueba, lo arresto y lo mando a pasar treinta años en la cárcel por faltarle el respeto al rey. ¿Acepta?

Tucumá, que era una persona que tenía gran confianza en sí mismo y en la justicia de su reclamo decidió aceptar el reto. Y para que vean como era la mentalidad del rey, le puso tres pruebas en vez de una y además todas eran cosas no muy buenas que digamos.

Anansi le dijo a Tucumá:

-Primero, robe mi caballo. Segundo, secuestre al sacristán. Y Tercero, róbele el anillo de matrimonio a mi esposa.

Ustedes se pueden imaginar el gran compromiso para el pobre Tucumá. Si no le hacía caso al rey, iba a dar con todos sus huesitos a la cárcel. Si le hacía caso, se iba a convertir nada menos que en ladrón y secuestrador.

Extracto del cuento Tucumá de Quince Duncan

Kate en primer plano con un libro títere
Los libros infantiles apelan a múltiples recursos para atraer a nuevos lectores. En la imagen vemos un libro-títere. Laura Rodríguez Rodríguez

Lecturas por edades

En caso de la literatura para la niñez, cuando son bebés, generalmente son personajes muy planos. Cuando se trabaja con bebés interesa más la musicalidad que el mismo significado del texto porque se entretiene más en la musicalidad y en el sentido lúdico que en lo que puede significar. Por eso a un bebé se le pueden presentar textos en una lengua que no es la propia.

Ya cuando tienen 3 o 4 meses se les pueden facilitar los primeros libros, los cuales son editados especialmente para bebés, con material resistente, con ilustraciones, pasamos al álbum ilustrado y se van pasando diferentes propuestas entre los que se pueden incluir cuentos de hadas. Es muy importante que se vaya construyendo una biblioteca personal, dentro de las posibilidades que tenga la familia. Esto es muy importante porque esa biblioteca nos va forjando una visión de identidad. Así como voy acumulando juguetes, objetos que son significativos en mi infancia, yo también voy guardando libros que van envejeciendo conmigo, que forman parte de mi historia como persona lectora.

Esto tiene que ir acompañado, el hecho de que se le narre, se le cante y se le cuente al niño y a la niña y el hecho de que tenga el libro como un objeto de entretenimiento, un juguete, y no lo que está pasando en nuestro sistema educativo, en el cual los niños y las niñas ya ni siquiera tienen acceso al libro. Pasan de primero a sexto grado y muchas veces ni siquiera se leen un libro completo. O lo que suele pasar, cuando ingresan a primer grado y se les dice que entran en la vida seria y que tienen que empezar a leer y leer es como una tortura.

Lo ideal es que los libros ya formen parte de la historia de la persona cuando entra a la escuela y que siga su proceso hacia la adolescencia y la vida adulta, siempre respetando lo que el niño o la niña quiere leer.

Si la literatura es construcción, es creación de un mundo imaginario, así debe ser desde el principio. No consiste en que todos los días de 4 a 5 de la tarde tenemos la clase de literatura con un bebé de dos años, sino que se hace mientras se le está bañando, vamos a cantar, vamos a jugar, vamos a recitar y ahí va presentándose ese gozo con la literatura.

Cuando estamos hablando de personas menores de tres años son libros realizados con materiales que permitan retardar el proceso de destrucción, porque con niños menores de tres años no podemos decirles que pasen la página con cuidado o que no se lo lleve a la boca, que no los raye. Hasta cierto punto, son libros desechables. Así como abandonan la ropa muy rápido porque crecen muy rápido, algunos libros tampoco aguantarán y se tendrán que desechar. Son libros con materiales como el cartoné (cartón duro), tela, de hule lavables o de madera, o de plástico.

En el mundo de la literatura infantil, la ilustración no la vemos como un paratexto prescindible, sino que es en sí misma el texto, considerando que la ilustración es una forma de grafía. Si yo no sé escribir la palabra barco, voy a dibujar un barco, por ejemplo. Los libros para bebés van a tener ilustraciones que no requieren tener una secuencia, necesariamente, aunque sí suelen tener una unidad que les da el editor, como animales de la granja o del mar, por ejemplo. Pero son libros que no tienen secuencia, se pueden empezar a ver por cualquier lado.

De un año en adelante se empiezan a ver secuencias. No son cuentos, sino secuencias, porque cuento, como género, se empieza a trabajar más adelante: dos o tres años en adelante. Ya sería un cuento con sus características fundamentales: un nudo, un clímax, un desenlace. Las secuencias para bebés son bonitas: pasó esto, pasó esto, pasó esto y se acabó. Eso enseña el manejo occidental del libro, que se abre y se empieza a ver de izquierda a derecha.

En nuestra experiencia hemos tenido niños que ya a los tres años dicen que quieren libros de piratas y niñas que manifiestan que quieren de princesas. Por más que haya criterios en contra de estos temas, hay que respetar la elección del niño o de la niña. Hemos tenido niños de cuatro años que preguntan si tenemos algo del Titanic. Notemos cuán diferente es su lectura del mundo. Probablemente para nosotros pensar en el Titanic es una tragedia y gozarnos con su hundimiento sería un irrespeto aunque haya pasado hace más de 100 años. De alguna manera sería solazarnos con un dolor humano inmenso. Pero, el niño estaba feliz de la vida, le encantó la idea de que se hundió el Titanic, porque es otra lectura de mundo.

Progresivamente se va avanzando hasta que son personajes para niños y niñas de nueve años en adelante, con mayor capacidad de abstracción, mayores dimensiones psicológicas, hasta llegar a la vida adulta.

Las últimas tendencias en el estudio de la promoción de la lectura y literatura infantil consideran que estas propuestas de periodizaciones no están escritas en piedra, como generalmente se dice en la academia. No consiste en decirle a la persona: “si usted tiene entre 2 y 5 años, usted va a coger solo los libros que están en esta esquina”. No. Se presenta todo y hay que ver qué le interesa, qué le llama la atención.

Cierta vez, unos leñadores cortaron parte del bosque y dejaron las ramas atravesadas en el camino, por varios días. El viento, que iba muy distraído persiguiendo a unos comemaíces que encontró a su paso, no se había percatado del hecho y de pronto, sintió cómo su pelo se enredaba entre las ramas, dejándolo prisionero. Cada vez que trataba de zafarse, se atoraba más, hasta quedar atrapado.

- ¡Que alguien me ayude, por favor!, gritaba desesperado.

- ¡Déjenme salir de aquí, quiero ser libre!

A sus gritos, se fueron acercando los pájaros de la vecindad, con cierta desconfianza.

- Mucho cuidado, dijo un yiguirro. Recuerden que al viento le encanta jugarnos bromas.

- Es cierto, respondió una viudita. Yo mejor no le hago caso. Bastantes cosas desagradables he pasado por su culpa.

Y uno a uno, los pájaros se alejaban, dejándolo solo.

Un pequeño comemaíz intentó alejarse, pero se devolvió. Volando alrededor de las ramas, sintió mucha pena por él.

El viento gimió de nuevo: - Por favor, ayúdame. No puedo soltarme.

- ¿Por qué me pides ayuda, después de todo lo que me has hecho? ¿Ya no te acuerdas de las veces que me botaste del nido mientras dormía?- preguntó el comemaíz.

- Lo siento de veras. Yo solo quería jugar. Nunca he sabido hacer otra cosa, nadie me ha enseñado.

Extracto del cuento Las travesuras del viento de Ani Brenes

Libro rompecabezas
Para edades muy tempranas, los libros suelen tener historias sumamente sencillas. En este caso de la imagen, se apela a la rima y a combinar las frases con imágenes que pueden desarmarse en rompecabezas. Laura Rodríguez Rodríguez

¿Qué pueden leer los niños y las niñas?

No negar a la niñez ningún tema. Las niñas y los niños pueden saber de todo, conocer de todo en un mundo en el que no se pueden obviar ciertas realidades. Pensemos hasta lo inmediato: la pandemia. Por más difícil y dura que ha sido para todas las personas, se les ha tenido que explicar a los niños y a las niñas, porque no pueden salir de la casa, tienen que ponerse la mascarilla, no pueden jugar con sus amiguitos, no pueden ir al parque como antes, etc. Es una realidad que no se puede obviar.

La literatura infantil permite tratar con esa visión lúdica, mágica, estética, sin aleccionar abiertamente, cualquier tema, por punzante que sea, por aparentemente reservado al mundo de las personas adultas que nos parezca.

A la hora de comprar un libro, ante todo, debemos respetar los criterios de elección de la niña o del niño y no imponer nuestros criterios adultos.

En el mundo de la literatura infantil existen los llamados libros anzuelo, que son los libros para pescar personas lectoras y que esos libros anzuelo no necesariamente coinciden necesariamente con los intereses que tienen las madres y los padres.

El mundo de la literatura es un territorio de libertad, es una construcción de mundos que nos presenta una diversidad de situaciones, de personajes y de posturas […] No significa que nosotros automáticamente vayamos a tomar las posiciones de los personajes de ficción que encontramos en la literatura, el cine o cualquier otra manifestación artística que encontremos. Es una diversidad de mundos. La niñez necesita conocer posturas diferentes de mundo, conocer clásicos, conocer el pasado y pensar que la literatura no es desechable. De lo contrario, cada cinco años tendríamos que estar botando los libros viejos para hacer libros nuevos con las nuevas tendencias y con otras visiones de mundo.

Había una vez, en el centro de una blanquísima hoja de papel, un único puntito negro que, obligado como estaba a pasar el tiempo en estado de quietud, dedicaba todas sus energías a reflexionar sobre la naturaleza del universo y así, poco a poco, llegó a tener sus propias ideas sobre la existencia.

“El universo”, pensaba el puntito, “está constituido por solo dos cosas: la hoja de papel y yo. La hola de papel es infinita y, por lo tanto, el universo es infinito y, dentro de él, yo soy la única cosa finita”.

Todo esto puede parecer un poco complicado. Pero si nos ponemos en el lugar de aquel solitario punto comprenderemos que, en su soledad, podía pensar cualquier locura sin que a nadie se le ocurriera decir que estaba chiflado. Por lo demás, al puntito le preocupaba muy poco no poder moverse, ya que, se decía: “¿qué importancia tiene el moverse dentro de un universo en el que todo es igual y la única cosa que existe soy yo?” “Lo que sé y conozco, equivale a conocer todo lo existente” pensaba.

Extracto del cuento El puntito curioso de Fernando Durán Ayanegui

Visión de mundo distinta

La niña o el niño no leen el mundo como lo hacen las personas adultas. Nosotros tenemos un bagaje, unas construcciones que nos hacen leer el mundo de una determinada manera.

“Una vieja mató un gato con la punta del zapato, pobre vieja, pobre gato, pobre punta del zapato”. Cuando uno se pone a ver eso, puede decir “¡qué horror, eso es antiecológico, antianimal, está tratando a la mujer de vieja!”. Pero, cuando éramos chiquitillos y jugábamos eso para elegir quién era el siguiente lo que importaba era la musicalidad, ni nos dábamos cuenta de lo que estábamos diciendo, era puro disfrute.

“Ahí vienen los moros. ¿Con qué? Con un cuchillo. ¿De qué? De palo. Santo, santo, santo”. Y en esa época ni sabíamos quiénes eran los moros. Inclusive, yo me preguntaba si eran los moros o los monos, porque para mí los moros no significaban nada, hasta que ya lo aprendí posteriormente en el sistema educativo.

Hay que tener cuidado porque a veces imponemos la vida adulta. El mundo en la niñez se lee de otra forma. No podemos obligar a niñas y niños a pensar como si ya hubieran madurado 20 años después o más.

El pequeño dragón salió a dar una vuelta por el parque. ¡El quería tener amigos!

Allí se encontró con una pareja de abuelitos que paseaban por un camino lleno de flores. El viejito llevaba un bastón en la mano, donde se apoyaba mientras caminaba con dificultad y ella tenía un chal amarillo en los hombros. Cuando vieron al pequeño dragón, se acercaron para acariciarlo. Entonces Tato, recordando lo que le había dicho el perro, se acercó a la viejita, le sacó la lengua y movió la cola varias veces. Pero todo salió al revés. La viejita se asustó al ver que de la boca del dragoncito salían pequeñas llamas de colores. Después frunció el seño cuando vio que Tato había majado con su cola, las lindas flores del camino, y las pobres se habían deshojado.

- “Es un animalito peligroso”, dijo el viejito, y con su bastón tocó a Tato en el lomo para que se fuera.

El dragoncito sintió tristeza y le salieron dos gotitas de agua de sus ojos. Con la cabeza baja regresó a su casa y no quiso comer la deliciosa comida que le había preparado su mamá.

Al día siguiente volvió al parque. ¡Él quería tener amigos! Caminaba por los senderos cuando se encontró a un niño que jugaba con una bola. La hacía rebotar una y otra vez, muy contento, pues la bola era linda, de colores brillantes.

De pronto, un chico mayor se acercó y le quitó la bola mientras se reía a carcajadas. El pequeño se puso a llorar y eso llamó la atención de Tato.

Extracto del cuento El dragoncito Tato de Marilyn Echeverría de Sauter (Lara Ríos)

Joaquín e Ignacio en primer plano con un libro pop-up
Los libros infantiles dirigidos a edades tempranas suelen utilizar cartón grueso para retardar su deterioro. En la imagen, los niños se entretienen con un libro pop-up (son los que, al abrirlos, las imágenes resaltan de las páginas). Laura Rodríguez Rodríguez

Acompañamiento

Acompañar y preguntar a lo largo de la lectura. No censurar. Reflexionar con la niñez: ¿qué te parece? Las niñas y los niños no tienen ni un pelo de tontos, expresan con claridad sus criterios sobre los personajes de las historias.

El susto es importante para ciertas edades porque permite expresar y canalizar miedos. Volvamos a un cuento como Caperucita Roja, la versión de Perrault de 1697: el lobo se come a Caperucita y se acabó el cuento. Luego viene la moraleja, porque en esa época se acostumbraba una moraleja en verso la terminar el cuento. Era la oportunidad del autor de explicarse en caso de no haberlo logrado mediante el texto narrativo. Un cuento como este permitiría, en algunos casos, tanto en niñas como en niños, dialogar sobre aspectos que son terribles, si están sintiendo que están siendo víctimas de alguna forma de abuso, porque lamentablemente siguen existiendo los lobos. Un cuento así permite sacar todas estas cosas, por supuesto con una ayuda profesional.

Las bodas se celebraron en silencio, únicamente entre los familiares, porque así lo pidió la Mano Peluda. Terminada la ceremonia, dijo a la niña que al día siguiente mandaría por ella, que primero vendría una brisa suave y olorosa a arreglarle el cabello y el traje; después vendría un viento fuerte que esparciría flores en el camino y por último una tempestad.

Al amanecer del siguiente día, la niña se despidió de su padre con mucho pesar; se despidió también de sus flores y de los pajaritos de su jardín. Dicen que las flores se inclinaron marchitas y los pajaritos no volvieron a cantar.

No tardó la brisa en dejarse sentir suave y olorosa. Vino después un fuerte viento que regó de flores en camino y por último una gran tempestad que elevó a la niña como una plumita y sobre una nube la llenó de admiración. Como estaban abiertas puertas y ventanas y se oían acordes de una música divina, la joven entró, aunque poco temerosa, y viendo una cama muy bien arreglada, se acostó para descansar. No tardó en dormirse profundamente. Más tarde, cuando despertó, vio en una habitación inmediata una mesa bien provista, y oyó una voz en tono amable que le dijo:

– Hermosa joven, ven a saciar tu apetito con esos manjares; este palacio y todo lo que hay en él es tuyo; tú estarás muy contenta siempre, pues serás complacida aun en los caprichos más insignificantes.

Acercóse la joven a la mesa; entonces dejóse oír de nuevo la música que hacía pensar en la gloria celestial. La niña estaba conmovida y pensaba en la soledad de su anciano padre.

Cuando fue de noche se acostó en la misma cama y sintió a su lado se acostó un animal semejante a una oveja; le dio mucho miedo y quiso huir, pero ¿Cómo? No había luz y todo estaba atrancado.

Extracto del cuento La mano peluda de María Leal de Noguera

A la hora de leerles

Hacer la lectura de una manera sentida, con emotividad. Esto no necesariamente se aprende en un taller o en la vida académica. Hay gente que narra cuentos de manera extraordinaria y que no saben leer y escribir, pero logran recrear relatos que han escuchado de otros. Usan gestos, su mirada, su cuerpo de tal manera que es un disfrute sentir el relato, no solo escucharlo. Eso es lo primordial.

Hay recursos técnicos como la dicción, la proyección de la voz, la mirada, la postura corporal, pero si no hay emotividad, no funciona.

También se pueden usar elementos visuales de apoyo, sobre todo si el texto es largo.

Que los niños y las niñas se queden con las ganas de otro relato, en lugar de cansarlos.

Cerdito Blas acaba de darse un baño de lodo en su piscina. ¡Uácala! ¿En el lodo? ¿Qué te extraña? A todos los cerditos les encanta bañarse en el lodo.

- ¡Es hora de merendar!, dice Cerdito Blas, mientras se sirve un delicioso banano maduro y amarillo. ¡Cómo le gustan a Cerdito Blas los bananos maduros!

- Habrá que quitarle la cáscara y, ¡a saborear esta delicia!- dice el cerdito, que se lo come en dos bocados porque es muy goloso. ¡Por poco se atraganta!

¡No, Cerdito! ¡No! No debes tirar la cáscara de banano por la ventana; pero Cerdito no hace caso y ¡tas, tas!, ¡afuera!

Mirala muy bien. Ahí viene Coneja Lulú, su vecina. ¡Cuidado, Coneja! ¡Fijate por donde caminás! ¡Cuidadoooo! Coneja no se fija y, ¡chupulum!, se da un resbalón en la cáscara y, ¡al suelo!

- ¡Ay, mi colita!, dice la coneja, que cae, sentada. Por supuesto, se pone enojadísima. - ¿Quien lanzó la cáscara de banano en el suelo?, pregunta.

Extracto del cuento Cerdito Blas de Floria Jiménez Díaz

Libro de cuentos infantiles abierto en el piso
Conforme avanzan en edad, los niños y las niñas pueden exponerse a historias más elaboradas. En este caso, el relato se combina con aspectos pedagógicos. Laura Rodríguez Rodríguez

¿Qué hacer cuando no se formó el hábito desde bebés?

No obligar a un niño o a una niña a leer si no se forjó el hábito desde bebé. Lo que se puede hacer con niños y niñas grandes es empezar a leer en familia, a contar historias, a decir leyendas y cuentos de miedo, que les encanta. Respetar los criterios de selección de los niños y niñas, no imponer lo que nosotros consideramos adecuado desde nuestra visión adulta.

El hábito de la lectura se crea en el hogar, no en la escuela. Hay docentes que procuran fomentar la lectura en sus estudiantes, pero nunca toman un libro en sus manos. En este sentido, hay que recordar que no se puede enseñar lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce. La escuela puede hacer un buen trabajo, pero la familia es el escenario fundamental para que uno se forme como lector. En esta línea, considero que el estado debería trabajar más con la familia.

Ese fue el momento en que la nariz de Ronco tuvo la sensatez de pensar. ¿Qué una nariz piense? Por supuesto que sí. Se movió, bruscamente, y meditó: “A mí siempre me toca la peor parte. Este par de muchachos se dan de trompadas por una tontería y yo termino rota, sangrante, quebrada y quién sabe si torcida para el resto de la vida. Esto no es justo. Pero esta vez no me voy a dejar pegar, abandonaré esta cabeza idiota, antes de que sea demasiado tarde”.

Y dicho y hecho, la nariz de Ronco se despegó de la cara, dejándolo desnarizado, antes de que él pudiera decir nada. Como se trataba de una parte del cuerpo, tan inteligente, corrió entre los pies de la concurrencia y se refugió entre los sacos, en un sitio donde nadie la encontrara.

Los empleados de la panadería, los clientes, los chiquillos callejeros y el propio Máximo Puñoduro estallaron en risotadas, cuando vieron al pobre jovenzuelo pecoso, tapándose la cara, siguiendo su nariz con la vista, que se perdía entre los zapatos del nutrido público que había acudido a la bodega.

El padre, furioso, le gritó: -Deje de buscar esa estúpida nariz y demuéstrele a ese pendejo quién es usted. Rómpale la cara de una vez por todas.

Extracto del cuento El grandioso pleito de Ronco Rompenarices y Máximo Puñoduro de Carlos Rubio

Todos los libros utilizados en las fotografías son cortesía de Libros para todos IR.MA.
Fernando Montero Bolaños
Periodista, Oficina de Divulgación e Información
fernando.movmeinterobolanos  @ucrrbxp.ac.cr

Amanda Vargas Corrales
Filóloga, Oficina de Divulgación e Información
amanda.varggcygascorrales  @ucrhsir.ac.cr

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