Jacob Solís, 32 años, Naranjo-Zarcero. Fundador de la empresa: Ideas Verdes, un emprendimiento que nació en el 2017 entre dos jóvenes agrónomos. Iniciaron con 350 metros de invernadero para la siembra de lechuga hidropónica y actualmente cuentan con 7 000 metros dedicados a la producción. Foto: Carlos Huertas.
Jacobo empezó desde que era un niño ayudándole a su abuelito en la finca en Naranjo, allí nació su amor por la agricultura que lo llevó a estudiar la carrera de Agronomía y a emprender su propio negocio. Hoy con 31 años está convencido de que se puede vivir de la agricultura, pero además se puede innovar y producir de una manera más sostenible.
La base de la agricultura en Costa Rica está cimentada, en gran parte, en la agricultura familiar, y en cada familia productora, los y las jóvenes son una pieza fundamental. Según el último Censo Nacional Agropecuario del 2014, más de 66.353 jóvenes entre los 15 y 29 años formaban parte de hogares dedicados a la producción. A siete años del censo, muchos de estos jóvenes, que hoy tienen entre 22 y 36 años, han decidido quedarse en la zona rural y seguir aportando a la producción agropecuaria.
Ellos y ellas representan el relevo generacional que requiere el sector agropecuario para sobrevivir, ya que la edad promedio de la persona productora se estima en 54,3 para los hombres y 51,5 para las mujeres, según datos del Sistema de Información del Sector Agropecuario (Sepsa).
Para estos jóvenes, la agricultura se ha convertido en una opción para ganarse la vida en las zonas rurales, ¿y porqué no?, hasta en una oportunidad para desarrollarse profesional y personalmente, al mismo tiempo que aportan a la economía familiar.
A través de la carrera de Agronomía y de diversos proyectos de Acción Social que se gestan desde la Escuela de Agronomía, la Estación Fabio Baudrit Moreno, las Sedes y Recintos, la Universidad de Costa Rica alcanza a esta población joven para prepararlos con conocimientos y herramientas tecnológicas que les permita desarrollar la agricultura del futuro.
Para el profesor de Agronomía Carlos Huertas Blanco, quién también es un joven proveniente de una familia de agricultores y promotor de la agricultura 4.0, sin duda la tecnología brinda nuevas oportunidades para los agricultores jóvenes. Por ejemplo, la automatización de los sistemas, la toma y almacenamiento de datos y el uso de semillas mejoradas, entre otros avances, hacen que sea un poco más fácil y seguro trabajar en la agricultura y poder generar un salario digno.
“Con estos avances hemos disminuido el riesgo que tenían nuestros papás y abuelos. Al final si logramos disminuir los riesgos de producción, ya sea por clima o plagas, podemos producir sin tanto temor a perderlo todo, entonces eso es una motivación que hace que la gente joven se quede en la agricultura” señala el profesor Huertas.
Por su parte, el decano de la Facultad de Ciencias Agroalimentarias, Dr. Luis Felipe Araúz, apunta que el nivel de escolaridad es un factor determinante para que las nuevas generaciones puedan prosperar en la actividad agrícola. El decano, mencionó que según investigaciones realizadas hace varios años en Tierra Blanca de Cartago, los jóvenes que tienen un nivel educativo más alto, al menos de secundaria, son los que tienen más afinidad por innovar.
“Con la tecnología, la agricultura se vuelve más atractiva y rentable. Además, atraer a las nuevas generaciones al campo pasa por varios aspectos: que la agricultura sea menos riesgosa y más rentable, que tenga valor agregado tanto del producto como los subproductos, que se inserte en la bioeconomía y que se trabaje de forma sostenible, pues los jóvenes tienen mayor conciencia ambiental” señala el decano.