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Acreditación debe visibilizar la calidad

Experto chileno compartió experiencias con diversos grupos de la UCR
23 ago 2013Vida UCR
Estudiantes Computación e Informática
El Bachillerato en Computación e Informática es la carrera de la UCR acreditada por el Sistema de Acreditación de la Educación Superior (SINAES) más recientemente (foto Laura Rodríguez Rodríguez).

La Universidad de Costa Rica (UCR) tiene 23 carreras acreditadas de las cuales nueve han sido reacreditadas. Además otras 40 han entrado en autoevaluación con miras a seguir estos procesos de mejora. Frente a ello, el académico chileno, Gustavo Hawes Barrios, doctor en Educación, afirma que “la acreditación es útil en la medida en que haga visibles los componentes de calidad frente a la sociedad y sus organizaciones y miembros”.

Para el especialista, que visitó la UCR entre el 15 y el 18 de julio, donde compartió con diferentes públicos sus experiencias y conocimientos sobre competencias y evaluación, el estudiante lejos de ser un mero consumidor de educación superior es en cambio “un ciudadano que ejerce su derecho y deber de formarse profesionalmente para el servicio de su país y para su realización personal”. 

Durante el conversatorio con el equipo que brinda asesoría conceptual y metodológica en autoevaluación y diseño curricular del Centro de Evaluación Académica (CEA), el Dr. Hawes discutió los alcances de la planificación y evaluación curricular por competencias y la necesidad de discutir en las unidades académicas el someterse o no a un proceso de acreditación.

Como Académico de la Facultad de Medicina, de la Universidad de Chile, Hawes comentó que hay que tener en cuenta que “la acreditación tal como la conocemos hoy es un dispositivo que se ha levantado para hacer transparente el mercado de la educación superior, especialmente para asegurar a los consumidores que están recibiendo algo por lo que están pagando”.

Sin embargo, agregó que el contenido del concepto “calidad” debe discutirse ya que existen muchas acepciones. Bajo su enfoque, en el que “todas las verdades se tocan, es decir, nada escapa ni puede escapar al espíritu indagatorio y crítico de una comunidad académica”, el Dr. Hawes señaló que igualmente sería sano que todas las ofertas curriculares transparentaran sus procesos, es decir, que se sometieran a una autoevaluación y posible acreditación.

Gustavo Hawes
“Cualquier modelo puede ser una moda perversa si solamente lo adoptamos y no somos críticos al respecto: el peligro del reduccionismo que acarrea una visión acrítica puede llevarnos a destruir la propia naturaleza de la formación profesional”, indicó el Dr. Gustavo Hawes a funcionarios (as) de la Institución (foto cortesía CEA).

Retos para las escuelas 

Para Gustavo Hawes antes de iniciar cualquier proceso de mejoramiento se debe discutir y negociar en las escuelas “las cuestiones de sentido: qué y para qué estamos formando; de dónde viene la legitimidad del mandato que tenemos  o nos atribuimos, ante quién debemos responder”.

Añadió que todo ello debe venir acompañado con las mejores estrategias para lograr los fines formativos que la unidad académica se propone.

Para Ana Lucía Calderón Saravia y Marianela Aguilar Arce, funcionarias del Departamento de Investigación y Evaluación Académica del CEA y participantes en el conversatorio; luego del proceso de autoevaluación, ya sea para mejoramiento o para culminar en acreditación, lo más importante es impulsar sistemas internos de aseguramiento de la calidad desde el CEA y en las unidades académicas. 

“Cuando la Unidad Académica ya se acreditó, a veces olvida el compromiso de mejora”, señaló Ana Lucía Calderón. Agregó que debe recordarse que somos una universidad pública, humanista, preocupada por el medio ambiente y la no discriminación.

En ese contexto, Hawes puntualizó que “la consideración de las observaciones provenientes del medio externo y del interno es parte de la dinámica de una comunidad auto-reflexiva y crítica. Si eso no pasa o nos negamos a escuchar lo que otros nos dicen, entonces hemos perdido el rumbo”.

Por tanto, las unidades académicas deberían caracterizarse por ser un “colectivo que enseña y aprende”, capacitado incluso para enfrentar presiones externas, que podrían ser hasta los pares externos o evaluadores en procesos de acreditación u organizaciones profesionales.